Trabajadoras* de casas particulares: entre las desigualdades estructurales y los efectos de la pandemia / Verónica Casas

foto1Foto: Marcha al Ministerio de Trabajo (2 de Octubre 2020)

La crisis socioeconómica y sanitaria originada por la pandemia de Covid-19 ha causado estragos en diversas latitudes del planeta. Y si bien en nuestro país se implementaron una batería de políticas para aminorar sus efectos, la crisis no es menor. Específicamente, si analizamos el mundo del trabajo estos efectos han generado situaciones críticas1, por lo que podemos afirmar que el sector de trabajo en casas particulares resultó ser uno de los que sufrió de manera directa -y aguda- su impacto. A las desigualdades estructurales del sector se adicionó el contexto pandémico.

Desigualdades estructurales de larga data. El trabajo doméstico -que comprende las actividades de limpieza, lavado y planchado, cocción de alimentos, cuidado de niños/as y ancianos/as (entre otras)- realizado tradicionalmente por mujeres, ha sido históricamente desvalorizado, invisibilizado, considerado un no-trabajo y un don natural de las mujeres (Meillasoux, 1977; Federici, 2010; Comás D’Argemir 2016). En las últimas décadas la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo, la ampliación de la expectativa de vida de las personas mayores -entre otros motivos- hace que muchos hogares opten por descargar algunas de sus responsabilidades domésticas y de cuidados contratando a otra trabajadora para que las realice. Pero si mencionamos que las tareas domésticas son actividades desvalorizadas e invisibilizadas, el trabajo en casas particulares (TCP) es la otra cara de la moneda. Hablamos de un sector que se encuentra dentro de los trabajos peor pagos y más carentes de regulación y acceso a la seguridad social en el mundo (OIT, 2016). A las conocidas brechas salariales entre hombres y mujeres, se suma la propia de esta actividad considerada un trabajo “no calificado”.

En Argentina, este sector está compuesto por 1,4 millones de trabajadoras y trabajadores (López Mourelo, 2020), en su mayoría mujeres, y es una de las actividades de mayor importancia entre las mujeres asalariadas de nuestro país. Específicamente en la Ciudad de Buenos Aires -donde centramos nuestra investigación- residen unas 76.500 personas que trabajan en el sector (DGEyC, 2020). A su vez, según declaraciones del Gobierno de la Ciudad, se estima que un 70% de trabajadoras que trabajan en la ciudad viven en el conurbano bonaerense2.

Desde el año 2013 el sector cuenta con un régimen especial para el sector -Ley N°26.844-, que otorga derechos laborales a todas las trabajadoras y trabajadores de casas particulares sin reparar en la cantidad de horas que trabajen. En la misma podemos destacar la creación de la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares (CNTCP) que fija la escala de salarios mínimos, y la contemplación de derechos básicos: regulación de la jornada laboral, vacaciones pagas, salario anual complementario, licencias -entre ellas por maternidad-, indemnización por despido sin causa, pago de horas extras, entre otros. El hecho de estar registrada también otorga la posibilidad de acceder a una Obra Social y seguro ante riesgos del trabajo. Sin embargo, pese a la normativa vigente, se calcula que un 76,8% de trabajadoras de casas particulares actualmente no están registradas.

El sector de trabajo doméstico se caracteriza por ser un sector heterogéneo, compuesto por diversas tareas y modalidades. Según las tareas, se divide en cinco categorías: 1°) Supervisor/a; 2°) Personal para tareas específicas; 3°) Casero/a; 4°) Asistencia y cuidado de personas; 5°) Personal para tareas generales; y modalidades. Siendo la 4° y la 5° donde se concentra la mayor cantidad de trabajadoras del sector. Y en cuanto a las modalidades, podemos identificar a quienes trabajan sin retiro (cama adentro), es decir, que la trabajadora convive en el mismo hogar que sus empleadores/as; y quienes lo hacen con retiro, donde la trabajadora vive en otro hogar. Más allá de la normativa, si nos referimos al trabajo con retiro, encontramos diversas situaciones, quienes trabajan fijas en un solo hogar, quienes trabajan fijas en varios hogares y quienes lo hacen por hora a demanda. En el sector es preponderante el pluriempleo, emplearse en varios hogares, donde suele suceder que la trabajadora está registrada en algunos hogares y en el resto trabaja de manera informal. Esta heterogeneidad de modalidades, permite entrever que unas son más beneficiosas que otras en cuanto a la posibilidad de registración o estabilidad, donde la modalidad de trabajo por horas a demanda se constituye como la más inestable y con peores condiciones (Casas, 2019). Por último, cabe mencionar un factor que regula y complejiza a este empleo, y es la dimensión “afectiva” o moral que es aludida muchas veces, identificando a este trabajo como “ayuda” o como si la trabajadora fuese “como de la familia”.
Aquí la afectividad aparece en este tipo de trabajos como una variable que regula derechos y deberes de ambas partes (Canevaro, 2009).

Una vez establecido el ASPO en todo el territorio nacional, dentro del trabajo doméstico remunerado se pueden identificar dos situaciones. Por un lado, la atención y cuidado de personas con discapacidad, personas mayores, niños, niñas y adolescentes fue declarada actividad esencial —Decreto N° 297/2020 art. 6°, inc.5—, por ende las trabajadoras que desempeñaran esas tareas estaban habilitadas a hacerlo, a menos que pertenecieran a grupos considerados de riesgo o tuvieran hijas/os en edad escolar. Y por otro lado, a quienes llevaban adelante el resto de las actividades—es decir, tareas de limpieza, mantenimiento u otras que son típicas del hogar—, se les prohibió concurrir a su lugar/lugares de trabajo manteniendo la obligación de sus empleadoras/es de abonar su remuneración completa.

Desde el inicio del confinamiento, nos propusimos indagar en el impacto de las medidas del ASPO sobre el sector. Para ello –y bajo un contexto atípico- comenzamos el proceso de trabajo de campo mediado por las tecnologías digitales (Ardèvol, Estalella y Domínguez, 2008). Para el trabajo cuantitativo -entre abril y mayo- aplicamos una encuesta virtual cuya metodología fue un cuestionario auto-administrado anónimo a través de una plataforma online, con preguntas cerradas y abiertas y distribuido a través de las redes sociales (Wlosko, Palermo y Casas, 2020). Allí pudimos evidenciar que a entre 5 y 6 de cada 10 trabajadoras se les había empeorado su situación laboral. Entre las principales situaciones: fueron despedidas, no les pagaban, les redujeron el salario o la cantidad de horas, les cambiaron de categoría para que asistan a su trabajo. Solo al 33% de las personas que respondieron la encuesta sus empleadores les estaban pagando aunque no asistan a trabajar, y a un 11% les pagaban porque estaban asistiendo a su trabajo. A su vez, la encuesta mostró que casi la mitad de las trabajadoras no tiene otro ingreso además del que obtienen por su trabajo. Este dato, evidencia la situación crítica que puede resultar ser despedidas o algunas de las modificaciones en sus ingresos.

Asimismo, en el transcurrir de los meses, hemos realizado trabajo de campo registrando y analizado diversas interacciones públicas en dos grupos de Facebook específicos para trabajadoras. Este ámbito de indagación se presentó como un ámbito muy enriquecedor para el análisis de distintas temáticas que atañen al trabajo y se evidenció como un espacio de participación colectiva, circulación de la información -y hasta de organización-. A partir de allí, pudimos realizar diversas entrevistas en profundidad a trabajadoras, que trabajan en CABA y de distintos puntos del país. Las entrevistas fueron realizadas de manera virtual mediante el uso de la plataforma Zoom o a través de video llamadas de WhatsApp. En ese proceso, contactamos a diversas referentes de sindicatos, para reconstruir el mapa de organizaciones del sector. El 2 de octubre – mediante la invitación de una de las trabajadoras entrevistadas- asistimos a una marcha convocada por el sindicato “Unión de Trabajadores Domésticos y Afines” (UTDA) hacia el Ministerio de Trabajo, y a la que asistió la agrupación –formada este año- “Trabajadoras de Casas Particulares en lucha”, para exigir que se reúna la comisión (CNTP) para la recomposición y adecuación salarial. Y por la implementación de otras medidas necesarias, como la mensualización y universalización del IFE, el establecimiento de un fondo de desempleo, la fijación de un adicional por antigüedad, un subsidio para empleadores que tienen reales dificultades para pagar salarios, y una campaña nacional para terminar con el empleo no registrado, entre otras. Al momento de escribir esta nota, la comisión aún no fue convocada y se prevén próximas movilizaciones. Sobre todo teniendo en cuenta que recientemente el Ministerio de Trabajo publicó la resolución N° 4/2020 que fijaba el Salario Mínimo Vital y Móvil, que en octubre es de 18.900 pesos y llegará a 21.600 pesos en marzo. El sector doméstico al estar bajo un régimen especial, queda por fuera de lo fijado por el Consejo del Salario. Actualmente, en la escala salarial para el personal de casas particulares, si tomamos la categoría de tareas generales con retiro –la más numerosa en cantidad de trabajadoras- el salario mensual desde mayo de 2020 es de 17.785 pesos.

La marcha de trabajadoras de casas particulares en Octubre –y organizada por un sindicato- significó un hito para el sector, en un contexto de completa efervescencia. Luego de la jornada, una trabajadora comentaba:

Estoy feliz de que las compañeras comiencen a salir a las calles y sientan que la calle también es un lugar donde se disputan los sentidos (…) no es fácil, pero que se rompa el miedo y que comience a ser justamente un trabajo decente”.

A partir de los aportes de la economía feminista -y del movimiento feminista- se ha evidenciado la importancia de estas tareas para la sostenibilidad de la vida (Pérez Orosco, 2014) y como un aporte imprescindible para las economías nacionales y de los hogares. También -a partir de la pandemia- con la declaración de la categoría de cuidado como actividad esencial, los debates públicos en torno a la necesidad de la vuelta del servicio doméstico, la carga de estas tareas en los hogares en contextos de aislamiento, etc. han visibilizado la importancia del sector como nunca antes. En este proceso, el de documentar lo no documentado (Rockwell, 2009), se nos plantea diversos desafíos en torno a visibilizar el trabajo del sector y los nuevos pasos –podríamos decir novedosos- hacia la organización colectiva.

Bibliografía

Ardèvol, Elisenda; Estalella, Adolfo; Domínguez, Daniel (Coord.) (2008). Introducción. En La mediación tecnológica en la práctica etnográfica. Gobierno Vasco: Ankulegi Antropología Elkartea. Recuperado de: http://mediaccions.net/wp-content/uploads/etnografia-mediaccion-faaee.pdf

Canevaro, S. (2009). Empleadas domésticas y empleadoras en la configuración del trabajo doméstico en la Ciudad de Buenos Aires: entre la administración del tiempo, la organización del espacio y la gestión de las maneras de hacer. Campos. Revista de Antropología social, 10 (1), 63-86

Casas, Verónica. (2019) “De las empleadas depende la vida de los patrones”. Dones y reciprocidad en el universo laboral de las trabajadoras domésticas en la Ciudad de Buenos Aires. Revista Theomai, 40 (segundo semestre), 153-170.

Comas D´ Argemir, D. (2016). “El don y la reciprocidad tienen género: las bases morales de los

cuidados”. Cuaderns-e. Institut: Catalá d´Antropología, Barcelona, 2016, número 22, pp. 17-32.

Federici, Silvia. (2010). La bruja y el Calibán. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones.

Lexartza, Larraitz; Chaves, María José; Carcedo, Ana. (2016).Políticas de formalización del trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe. Lima: OIT, Oficina Regional para América Latina y el Caribe, FORLAC.

López Mourelo, Elva. (2020). La COVID-19 y el trabajo doméstico en Argentina. Argentina: OIT,Oficina de País de la OIT para la Argentina.

Meillasoux, C. (1977) Mujeres, graneros y capitales. México, Editorial Siglo XXI.

Organización Internacional De Trabajo – OIT. (2016).Protección social del trabajo doméstico. EnDocumentos de política de protección social, 16, Ginebra.

Pérez Orozco, A. (2014) Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate sobre el conflicto capital-vida. Madrid: Traficantes de Sueños.

Wlosko, M; Palermo, H. y Casas, V. (2020) “Informe preliminar de la encuesta a trabajadoras/es de casas particulares y su situación laboral en el contexto de aislamiento por la pandemia de COVID-19 en Argentina”. CEIL-CONICET y el Programa “Salud, Subjetividad y Trabajo” de la UNLa. Véase: http://www.ceil-conicet.gov.ar/2020/05/informe-encuesta-a-trabajadorases-de-casas-particulares-y-su-situacion-laboral-en-el-contexto-de-aislamiento-por-la-pandemia-de-COVID-19-en-la-argentina/

Notas

* Dado que el sector de trabajo doméstico remunerado está compuesto mayoritariamente por mujeres, en este artículo nos referiremos a trabajadoras —en femenino— como denominación universal, incluyendo a trabajadores varones y trabajadorxs de otras identidades.

1Para indagar el impacto de la crisis causada por la pandemia, véase: “El trabajo en los tiempos de la covid-19”. Disponible en: http://www.ceil-conicet.gov.ar/publicaciones/el-trabajo-en-los-tiempos-del-covid/
2 Empleadas domésticas: cómo sería el protocolo para la vuelta al trabajo en Caba (12 de octubre de 2020). Diario “La Nación”. Recuperado de: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/empleadas-domesticas-como-seria-protocolo-vuelta-al-nid2477329