La sacralización del éxito. Un análisis etnográfico sobre espiritualidad Nueva Era y prácticas económicas en Buenos Aires / María Eugenia Funes

María Eugenia Funes

 

La tesis presentada para la Maestría en Antropología Social, del programa conjunto entre el Instituto de Desarrollo Económico (IDES) y el Instituto de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IDAES), y titulada “La sacralización del éxito. Un análisis etnográfico sobre espiritualidad Nueva Era y prácticas económicas en Buenos Aires” se planteó como objetivo explorar el ethos económico de las prácticas, discursos y disciplinas espirituales. Para ello se analizaron los discursos y las prácticas de personas y organizaciones vinculadas a diversas disciplinas espirituales, inspiradas principalmente por la antroposofía, disciplina esotérica nacida en Europa central a principios del Siglo XX. La tesis fue dirigida por el Dr. Nicolás Viotti y co-dirigida por el Dr. Joaquín Algranti. La recolección del material se realizó a través del contacto con una serie de personas y organizaciones relacionadas entre sí por actividades de desarrollo personal: una consultora que ofrece prácticas espirituales a empresas, una banca ética que presta dinero a proyectos social y espiritualmente sustentables, y una actividad lúdica que permite a los individuos explorar su relación emocional con el dinero para poder atraerlo.

Numerosas investigaciones han descripto a la espiritualidad Nueva Era como un ámbito de vinculación individual con lo sagrado por el hecho de que, a diferencia de las religiones organizadas en iglesias, las disciplinas espirituales carecen de instituciones jerarquizadas y de dogmas centrales. Las narraciones analizadas en esta tesis muestran efectivamente una relación fluida con las prácticas y disciplinas espirituales. Se reconocen allí trayectorias espirituales móviles dadas por una combinación no conflictiva de religiones orientales, terapias alternativas y prácticas espirituales. Nuestro trabajo de campo nos mostró, sin embargo, que independientemente de la dimensión individual de la combinación de las disciplinas y prácticas espirituales, los individuos y organizaciones se encuentran unidos por modos de sociabilidad y una matriz común de comprensión de la realidad.

La intuición desarrollada a lo largo del trabajo de campo así como el continuo contacto con individuos y organizaciones que plantean discursivamente una voluntad por transformar su mirada y sus prácticas económicas, mostraron tanto un proceso de mercantilización de la espiritualidad, dado por un contacto con disciplinas espirituales mediado por el dinero, como de espiritualización de la economía, compuesto por procesos de sacralización del trabajo, el dinero y el éxito económico. Entre los individuos y organizaciones abocados al desarrollo holístico de las personas por medio del contacto con prácticas y disciplinas espirituales, la vida económica es entendida como un ámbito de la vida cotidiana en el que es posible contactarse con lo sagrado.

Inicialmente, en el capítulo uno, se constató el crecimiento de la antroposofía en la sociedad argentina a lo largo del Siglo XX y se mostró la pertinencia de estudiarla, primero, como parte del esoterismo y, luego, como parte de un movimiento cultural más amplio. Si en sus inicios la antroposofía era una disciplina esotérica y contracultural seguida por inmigrantes europeos que formaban parte de sociedades antroposóficas en sus países de origen, en la actualidad esta disciplina puede incluirse en un movimiento espiritual y cultural más amplio: el de la Nueva Era. Este movimiento cultural, surgido en comunidades alternativas durante la década de 1970 en Estados Unidos y Europa y establecido localmente durante la década de 1980, atravesó, a partir de la década de 1990, un proceso de difusión desde lo estrictamente terapéutico y espiritual hacia otros ámbitos de la vida cotidiana como la educación, la salud, la estética, la alimentación, el consumo de bienes culturales, la política y el mundo empresarial. En ese sentido hemos considerado que los bienes, servicios y prácticas influenciados por el pensamiento antroposófico, como las escuelas Waldorf, los medicamentos y cosméticos Weleda y los alimentos biodinámicos, justamente por proponer esa variedad de espacios de acción desde su surgimiento a principios del Siglo XX, han tenido una fuerte capacidad de adaptación a este nuevo escenario. Ese avance de las prácticas, discursos y disciplinas espirituales a los diferentes ámbitos de la vida cotidiana implica que, si en la década de 1980 el movimiento de la Nueva Era fue descripto como una red sumergida, en la actualidad este movimiento podría ser descripto como una “red emergida” cuya influencia incluye ámbitos de la vida cotidiana impensables décadas atrás como lo son el trabajo, el uso del dinero y la concepción de éxito económico.

A continuación, en el segundo capítulo, se describen las actividades y los objetivos de dos instituciones que parten de la cosmovisión antroposófica acerca del individuo y el cosmos para promover el autoconocimiento y el desarrollo de relaciones armónicas en empresas grandes y pequeñas. Esas instituciones se proponen modificar grupos y organizaciones económicas a través de la promoción del desarrollo personal de cada individuo. Sus objetivos presentan una de las características distintivas de la espiritualidad Nueva Era: la noción de que cada persona posee una “esencia sagrada” cuyo avivamiento implicaría un proceso de crecimiento o desarrollo personal con consecuencias para la vida colectiva. Así, este proceso puede ser entendido como una combinación de las categorías weberianas de mística y de ascética intramundana. La exaltación de la conexión con una intimidad sagrada como vía para el crecimiento individual parece corresponderse con la acción religiosa de tipo místico, caracterizada por la idea de que la salvación es lograda a partir de la conexión con la intimidad. Sin embargo, frente a la adversidad de la vida humana, los individuos y organizaciones analizados no entienden a la conexión con la intimidad sagrada como una forma de “huir del mundo”, acción característica del tipo místico weberiano, sino una como herramienta para transformarlo. Las personas y disciplinas descriptas en esta tesis conciben al autoconocimiento como vía para la transformación del mundo. Ese énfasis en la búsqueda de una acción intramundana que provoca cambios en el entorno se acerca más a la religiosidad definida por Weber como ascética. Es por ello que, a lo largo de la tesis, hemos desarrollado la pertinencia de combinar ambas categorías para describir a la espiritualidad Nueva Era como una “mística intramundana” que, por un lado, entiende que lo divino se aloja en el interior de las personas, y que, por otro lado, plantea la pertinencia de actuar sobre el mundo para su transformación.

Otro aspecto analizado en esta tesis fue el del vínculo entre espiritualidad y trabajo. La noción de vocación utilizada por nuestros informantes fue analizada como parte de un proceso de sacralización de la vida laboral. En el tercer capítulo describimos que, de manera similar a la noción protestante de profesión descripta por Weber, el trabajo en el contexto de la Nueva Era adquiere un carácter sagrado y holístico al ser uno de los ámbitos de la vida cotidiana en el que los individuos pueden conectarse con su intimidad y desarrollar su “esencia”. Sin embargo, a diferencia del “llamado” externo descripto por Weber, entre nuestros informantes la identificación de un trabajo en el que cada individuo pueda desarrollarse holísticamente es el producto de una búsqueda individual de un estilo de vida armónico y equilibrado. Esa noción de equilibrio nos remite nuevamente tanto a la mística como al carácter intramundano de la Nueva Era: la identificación de la vocación como parte de procesos de búsqueda personal no implica la negación o el abandono del mundo laboral. El trabajo es considerado, entonces, como un medio para alcanzar un estado de bienestar que supone un ideal armónico entre las personas y el mundo, entendiendo por este último también las relaciones mercantiles.

Esta concepción holística del trabajo es acompañada por una concepción sacralizada del dinero, otro de los aspectos analizados a lo largo de este trabajo. En nuestro cuarto capítulo dimos cuenta de las nociones de uso conciente del dinero. Analizamos libros antroposóficos sobre el dinero basados en la teoría de la Trimembración Social, planteada a principios de siglo XX por Rudolf Steiner. En ellos se defiende la necesidad de que la vida económica sea autónoma de la política y de la cultura, y se sugiere que las personas se organicen en pequeños mercados donde productores, consumidores e intermediarios puedan intercambiar en un ámbito de confianza.

En el marco de una concepción holista de la realidad el dinero adquiere una dimensión sagrada al ser el vehículo por medio del cual los individuos pueden aumentar sus niveles de conciencia al tiempo que transforman sus relaciones con el mundo. Sin embargo, el dinero resulta también una entidad ambivalente. Como indicamos en el quinto capítulo, por un lado, el dinero forma parte de una realidad exterior que es muchas veces comprendida como un límite para el desarrollo de las personas. Pero, por otra parte, el dinero es entendido como una manifestación del crecimiento personal de un individuo. El análisis de un “Juego del Dinero”, actividad de crecimiento personal en la que se apunta a conocer la relación que el individuo presenta con esta forma de materialidad, nos permitió ver la forma en que esa ambivalencia es negociada en la práctica. En ese caso, el dinero era entendido como la manifestación de aquello que las personas desean en tanto ese deseo forma parte de su verdadera “esencia”. En este marco, el autoconocimiento de la intimidad sagrada constituye la condición para que las personas puedan atraer dinero. Así, el dinero es entendido como la prueba de la verdadera conexión con uno mismo. Esta noción del dinero se suma a la ética intramundana de la Nueva Era e implica una sacralización del éxito económico, es decir, que en tanto abunde el dinero es entendido como un indicador de un apropiado proceso de autoconocimiento y desarrollo holístico. El dinero no es rechazado sino que es comprendido como un vehículo para el desarrollo de relaciones de intercambio más armónicas y como la cristalización de un proceso de conexión con la intimidad sagrada. La sacralización de la abundancia y del éxito económico supone, a diferencia de otras formas de religiosidad, una valoración del bienestar aquí y ahora en lugar de una promesa de bienestar posterior a la muerte.

Sin embargo, en muchos casos el trabajo, el dinero y el éxito económico son valorados positivamente sin constituirse fines en sí mismos. Como señalamos en el quinto capítulo, la noción de abundancia, entendida como un estado de bienestar material y espiritual, da cuenta de una concepción matizada de la materialidad, entendida como una de las partes de una vida equilibrada entre lo espiritual con lo material.

Esta tesis intentó dar cuenta del vínculo que una parte de los sectores medios de la sociedad argentina sensibles a estilos de vida espiritualizados presentan con la vida económica. El acceso a las formas de pensar y de actuar de los individuos en sus propios contextos nos permitió comprender y analizar la religiosidad en su expresión relacional y vivida. Ello nos ha permitido identificar la recurrencia de un pensamiento causal que atribuye el origen de fenómenos mundanos, como la obtención de dinero, a dimensiones extramundanas, que permite discutir la hipótesis de la secularización de los estilos de vida de los sectores urbanos y educados de nuestra sociedad. Esto complejiza la hipótesis de un proceso de secularización, y nos lleva llevando a repensar lo religioso más allá de los límites de lo eclesial y lo teológicamente pautado.