¿Vamos hacia un sistema nacional de innovación o seguiremos formando parte de un complejo heterogéneo de unidades autónomas de ciencia e investigación? :: Julio C. Neffa

El libro de B. Amable, R.Barre y R. Boyer Los sistemas de innovación en la era de la globalización, que editamos con juntamente con la Asociación Trabajo y Sociedad, fue redactado desde el enfoque de las teorías neo-schumpeteriana y de la regulación, confrontando con estadísticas de países de la OCDE sobre el cambio científico y tecnológico. Pero su contenido desborda ese contexto y esta lleno de interrogantes y de enseñanzas para nuestro país en esta etapa dramática de su modelo de desarrollo.

Desde mediados de la década de los 70 entra en crisis “fordismo” (vigente durante tres décadas luego de la Segunda Posguerra Mundial) , que estaba basado en la producción masiva de productos manufacturados homogéneos, para responder a una demanda creciente de bienes producidos mediante sistemas continuos construidos con base en las cadenas de montaje y automatizados, donde el incremento de la productividad del trabajo y la reducción de los costos unitarios de producción se habia dado en paralelo durante treinta años con el incremento de los salarios reales y la generalización de los sistemas de protección social.

El nuevo régimen cedió el paso a nuevas modalidades de búsqueda de la competitividad para ampliar los mercados y evitar la caída de las tasas de ganancia. En lugar de buscar las “ventajas comparativas” el objetivo que parece delinearse ahora es obtener “ventajas competitivas”, poniendo el acento en la diversidad, la variedad y la novedad de los productos, unido al mejoramiento constante de la calidad, tratando de anticiparse a la reducción del ciclo de vida de los productos para así adecuar la producción a la demanda esperada y poner el acento en la satisfacción del cliente, procurando su “fidelización”. En ese contexto las teorías neo-schumpeteriana, marxista y regulacionista, así como versiones heterodoxas de la teoría neo-clásica, comenzaron a hacer aportes sustanciales acerca de la ciencia, la tecnología, la innovación productiva y sobre la importancia de los empresarios innovadores y del aprendizaje.

Esta nueva óptica enriquece y da una perspectiva macroeconómica renovada a los estudios sobre la organización de las empresas, de la producción, del proceso de trabajo y básicamente sobre la relación salarial, temas a los cuales la teoría de la regulación dio mucha importancia desde su fundación, con los trabajos pioneros de Robert Boyer (2007) y Benjamín Coriat (1995) en Francia y otros que se replicaron en el CEIL-PIETTE del CONICET (Neffa 1990, 1994, 1998) donde varios de los trabajos fundacionales de los enfoques heterodoxos en materia de ciencia y tecnología han sido traducidos, compilados y editados (Chesnais y Neffa, 2003).

Los mecanismos de los mercados de competencia pura y perfecta no sólo fueron cuestionados en su esencia por las teorías arriba mencionadas, sino que la actual experiencia histórica demostró que son “miopes” e incapaces de prever y anticipar el futuro. Su aplicación canónica no garantiza que los procesos de cambio científico y tecnológico van a seguir un ritmo y tomar una orientación que conduzcan a un crecimiento sustentable que de lugar a una optimización en el uso de los recursos y asegure el bienestar colectivo.

Tratándose de una problemática compleja y de naturaleza macroeconómica cuando se está en ausencia de un plan estratégico basado en estudios prospectivos, los comportamientos individuales de las unidades productivas y de servicios son erráticos e insuficientes para innovar de manera sostenida. De allí la importancia de los enfoques sistémicos y de las políticas públicas para aumentar el nivel de la educación general y de la formación profesional, promover la generación y amplia difusión de los conocimientos científicos hacia el sistema productivo, implementar políticas de subsidios a la investigación y desarrollo sobre temas prioritarios y relevantes para el desarrollo nacionl, proteger la propiedad intelectual mediante patentes con garantías jurídicas reguladas en función del interés general. Con diversos enfoques y de manera heterogénea, los países económicamente más dinámicos han puesto progresivamente el acento en la ciencia, la tecnología y la innovación para acelerar el crecimiento, lo que se ve reflejado en el porcentaje del presupuesto y del PBI destinado a investigación y desarrollo, la cantidad de patentes registradas, la proporción de investigadores y de recursos humanos altamente calificados con relación a la población, la cantidad de publicaciones en libros y revistas de excelencia, etc.

Pero la eficacia de todos esos esfuerzos y de los crecientes recursos que le son asignados está fuertemente relacionada con factores organizacionales de carácter estructural. Si las actividades científicas y tecnológicas no tienen objetivos claros y coherentes, debido a la ausencia de planes de mediano y largo plazo que hayan sido elaborados con la activa participación de los actores del sistema y los que existen se llevan a cabo de manera dispersa sin una orientación de conjunto, los escasos recursos disponibles se usan de madera inadecuada y los resultados quedan por debajo del óptimo. Si los recursos siguen el “modelo lineal” (Neffa, 2000) un aumento de presupuesto en ciencia y tecnología no genera automáticamente mayor innovación.

De allí la importancia de la reflexión acerca de los sistemas nacionales (y sociales) de producción y de innovación, a los que se refiere esta obra. Esto significa que para lograr los objetivos de planes nacionales de ciencia, tecnología e innovación, es necesario construir una arquitectura de conjunto que integre, complemente y coordine a los grandes organismos e instituciones de investigación, promueva la cooperación en lugar de la competencia entre ellos, ofrezca formación asistencia técnica y orientación a los emprendedores y articule de manera coherente los respectivos estatutos profesionales para facilitar la movilidad de sus investigadores y técnicos (entre los diversos organismos, las universidades y las unidades de producción) para llevar a cabo proyectos relevantes de carácter estratégico que aseguren la acumulación de conocimientos y su valorización.

La relación entre las unidades de investigación y de éstas con las unidades productivas de bienes y de servicios -no sólo privadas sino también del sector público-, debe ser promovida y facilitada para crear senderos de transferencia a fin de que los conocimientos científicos den lugar a nuevos productos intensivos en conocimiento y nuevos procesos productivos que tengan éxito en el mercado y respondan a las necesidades presentes y futuras. La legislación en materia de propiedad intelectual y patentes, así como la existencia de instituciones financieras que proporcionen créditos promovidos y ofrezcan capital de riesgo a los empresarios innovadores, son condiciones necesarias para que el sistema se estructure y fortalezca.

Desde esta perspectiva, el libro de Amable, Barré y Boyer puede ser de mucha utilidad. Para construir tipologías de sistemas de innovación a partir de datos empíricos, ellos tomaron en cuenta la estructura económica, las actividades de investigación y desarrollo de los países elegidos, la descripción y políticas de sus instituciones de ciencia tecnología e innovación, sus estructuras organizativas y la “perfomance” económica y social resultante   y sus resultados en materia de empleo, remuneraciones, condiciones y medio ambiente de trabajo   y acceso a los bienes públicos de educación y salud. La tipología resultante identifica los sistemas mercantil, corporatista, público de integración y socialdemócrata, cuyos principios generales estructurantes son, respectivamente, el mercado, las grandes empresas, el sector público y las instituciones políticas y sociales.

En el proceso de desarrollo científico y tecnológico la importancia del sector público y la adopción de políticas es determinante, pero se requiere tiempo, esfuerzo colectivo y cooperación por parte de los agentes potenciales del sistema. Por las consideraciones que siguen, creemos que en nuestro país se han reunido los elementos y están creadas las condiciones reconocidas por la Ley 26.338, que creó el MINCyT, institución rectora del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (que fue instaurado por la Ley 25.467).

  1. Como punto de partida, debemos reconocer que el país cuenta con recursos humanos altamente calificados involucrados profesionalmente como investigadores, personal de apoyo, tecnólogos y becarios en organismos, instituciones y empresas que han tomado conciencia del problema.
  2. La ciencia y la tecnología se gestan en el medio académico, pero la innovación en cuanto a productos y procesos se concreta esencialmente dentro de las empresas y organizaciones. No obstante, según las encuestas realizadas por el Centro Redes y el INDEC, el esfuerzo privado de investigación y desarrollo es actualmente incipiente (aportan solo un tercio de la inversión total en I&D), está concentrado en grandes empresas de un número reducido de ramas de actividad, que son fuertemente dependientes del ciclo económico y sólo contribuyen con un pequeño porcentaje de la inversión total en investigación y desarrollo. Los procesos de privatización y extranjerización de nuestra economía operados en la década pasada interrumpieron durante varios años un proceso que era prometedor. Para hacer frente a esta restricción el FONTAR se integró finalmente a la Agencia y financió hasta fines de 2008 con cerca de 500 millones de pesos a más de 1500 proyectos de desarrollo tecnológico, innovación y transferencia dando prioridad a las pequeñas y medianas empresas; ese esfuerzo comenzó a dar sus frutos y se va creando   una percepción positiva respecto de los procesos innovativos.
  3. El prestigio acumulado por el CONICET creado en 1958, reúne a numerosas unidades de investigación, cuenta con un número creciente de investigadores, personal de apoyo, becarios y funcionarios públicos, contribuye de manera decisiva al desarrollo de la investigación científica y estimula cada vez más la transferencia tecnológica hacia el sistema productivo, el sector público y la sociedad en general para valorizar esos conocimientos. Pero consideramos que en ese proceso es todavía insuficiente la articulación de las “ciencias duras” con las ciencias sociales y humanas.
  4. Las universidades nacionales promueven esas actividades por medio de sus Secretarías de Ciencia y Técnica -que actúan frecuentemente en cooperación con el CONICET. Estas se han ido desarrollando y fortaleciendo, incrementado el número y progresivamente la calidad de investigadores acreditados por la Secretaría de Políticas Universitarias.
  5. Existen grandes organismos de investigación e instituciones de carácter público que están localizados en diversas dependencias del Poder Ejecutivo, como es el caso de INTA, INTI, CNAE, CONEA, SEGEMAR, CITEFA, INPI, ANLIS, ANMAT, Instituto Antártico, Instituto Geográfico Militar, INIDEP, etc. que están vinculados de manera directa aunque parcial con el sistema productivo y han intensificado progresivamente los intercambios y cooperación con los demás elementos del sistema. Esta actividad se multiplica con el valioso apoyo de ONG.
  6. La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación Científica, creada a mediados de la década pasada (Decreto PEN Nº 1660/96), canaliza sus múltiples actividades por medio de tres fondos: FONCYT, el FONTAR y el FONSOFT. Para ello disponen de un presupuesto nacional creciente y cuentan con el apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial. La actividad de esos fondos se ve enriquecida por el intercambio y la cooperación bilateral establecida con diversos países por medio de la Dirección de Relaciones Internacionales del MINCyT.
  7. La experiencia acumulada y los aportes realizados desde hace más de dos décadas por la Secretaria de Ciencia y Técnica de la Nación (SECYT) se han visto ahora fortalecidos por la reciente creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT).
  8. Desde el punto de vista institucional la creación del MINCyT y la designación de un Investigador científico para asumir la máxima responsabilidad, es el cambio cualitativo más importante que se ha producido para desarrollar el sistema.. Entre las competencias fijadas por la Ley 26.338 Modificación (Artículo 23 quinquies), se establecen:
    • “4. Entender en la formulación de políticas y programas para el establecimiento y funcionamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación instaurado por la Ley Nº 25.468 y entender en la gestión de instrumentos para la aplicación de la Ley Nº 23.877 de Innovación Tecnológica”,
    • “7. Ejercer la Presidencia y Coordinación Ejecutiva del Gabinete Científico Tecnológico (GACTEC) en los términos de la normativa vigente en la materia”,
    • “8. Entender en la coordinación funcional de los organismos del sistema Científico de la Administración Nacional y evaluar su actividad”.
  9. Las políticas implementadas a fines de coordinar las actividades del MINCyT con los organismos provinciales correspondientes a través del COFECyT para: reducir la brecha tecnológica existente, crear Consejos Regionales de Ciencia y Tecnología, apoyar la constitución de aglomerados productivos, promover la coordinación de grupos de empresas, centros de investigación, gobiernos provinciales y municipales, son signos de una creciente federalización de recursos y de regionalización.

Queda como siempre planteado el problema de saber si, dada la heterogeneidad estructural que predomina entre los elementos del sistema y sus trayectorias históricas específicas, ¿se podrán reducir las restricciones institucionales a la cooperación, articular de manera coherente los intereses particulares de las diversas profesiones académicas, eliminar las barreras y rutinas que frenan los intercambios la complementariedad y la cooperación mutuas? Son condiciones necesarias para avanzar progresivamente desde el complejo científico y tecnológico hacia el definitivo establecimiento y funcionamiento del sistema que es uno de los objetivos prioritarios de las autoridades del MINCyT.

La mundialización impacta directamente sobre los sistemas nacionales de innovación y es un dato a tener muy en cuenta. La emergencia de China como factoría mundial de productos de base tecnológica con rendimientos crecientes de escala está basada en una innovación endógena generada en el país, luego de haber imitado a Japón. India que está construyendo sólidamente su propio sistema de innovación. La Unión Europea observa atentamente la estrategia japonesa en cuanto a la investigación y la innovación que se lleva a cabo en las firmas. Todo eso demuestra que la innovación no es solo una exclusividad de los viejos países industriales. Las universidades norteamericanas siguen atrayendo a buenos investigadores de todos los países del mundo y allí se localizan los centros de investigación y desarrollo de las empresas multinacionales, incluso las europeas. Pero a su vez el sistema norteamericano de investigación se confronta con el riesgo que significa la competencia de los países asiáticos. Por todo ello estamos asistiendo a una fuerte movilidad internacional de investigadores y tecnólogos y demuestra lo acertado de la política iniciada por el MINCyT (Programa Raíces) y del CONICET para repatriar a los científicos argentinos que por diversas razones migraron al exterior. La “noche de los bastones largos”, y la última dictadura militar tienen una gran responsabilidad en esa diáspora, y no sólo el atraso salarial.

En acuerdo con las conclusiones de los autores, consideramos que a mediano y a largo plazo el potencial de desarrollo económico nacional resulta de la consolidación del sistema renovando de las políticas de ciencia, tecnología e innovación y al mismo tiempo de las políticas de desarrollo social orientadas a aumentar el nivel de empleo registrado seguro y estable y su calidad, mejorar el ingreso real de los asalariados (no sólo de los investigadores y personal de apoyo…), ampliar el universo de beneficiarios y la cobertura de la protección social, reducir las desigualdades económicas, evitar toda forma de discriminación negativa, promover la cohesión social.

Este libro constituye un insumo importante, plantea interrogantes, muestras los éxitos y las restricciones de los sistemas nacionales -o mejor dicho sociales- de producción actualmente existentes y al mismo tiempo   estimula a los investigadores de las ciencias sociales y humanas para repensar su función dentro del nuevo “mundo de la ciencia“ que se va consolidado, aceptar el dessafío y recuperar el tiempo y el terreno perdido. La ciencia, como bien público no rival, se desarrolla básicamente en los organismos de investigación y las universidades siguiendo paradigmas que cambian rápidamente.   La tecnología (económica y social, cuya apropiación tiene un impacto económico directo) surge de las demandas de la economía y la sociedad a dichos organismos para resolver problemas, que no son sólo teóricos. Pero el lugar donde se genera la innovación en cuanto a los productos (bienes y servicios que satisfacen necesidades sociales) y los procesos son las unidades económicas (las firmas) y las instituciones públicas y sociales. Es en ese espacio donde nuestra presencia es todavía insuficiente, para prestar servicios de utilidad social y transferir conocimientos, mientras que otras disciplinas ya están allí bien instaladas.

Bibliografía

Boyer, Robert: Crisis y regímenes de crecimiento: una introducción a la teoría de la regulación , Miño y Dávila/CEIL-PIETTE /Trabajo y Sociedad , Buenos Aires, 2007, 128 pág. .

Chesnais François y Neffa, Julio César (comp.): Sistemas de innovación y política tecnológica . Trabajo y Sociedad, CEIL-PIETTE CONICET, 2003, 334 págs.

Chesnais François y Neffa, Julio César (comp.); Ciencia, tecnología y crecimiento económico . Trabajo y Sociedad, CEIL-PIETTE CONICET, 2003, 314 págs.

Coriat, Benjamín, y Taddei, Dominique,: Made in France. Cómo enfrentar los desafíos de la competitividad industrial, Ed. Alianza, Buenos Aires, 1995.

Neffa, Julio César (comp.): Política y gestión de la investigación científica y tecnológica. Actas del Seminario franco-argentino CONICET/SECYT/CNRS , Ed. Asociación Trabajo y Sociedad, PIETTE/CONICET, PRONATTE/SECYT, CREDAL/CNRS, Buenos Aires, 1994, 260 págs.

Neffa, Julio César: El proceso de trabajo y la economía de tiempo Contribución al análisis crítico de K. Marx, F. W. Taylor y H. Ford , Ed. CREDAL/CNRS,   Humanitas, Bs. As., 1990, 349 págs.

Neffa, Julio César: Los paradigmas taylorista y fordista y su crisis , Lumen/Trabajo y Sociedad/PIETTE, Bs. As., 1998, 224 pags.

Neffa, Julio César: Las innovaciones científicas y tecnológicas. Una introducción a su economía política , Buenos Aires, Asociación Trabajo y Sociedad, CEIL-PIETTE-CONICET, Lumen, 2000, 402 pág.