Memorias del ocaso azucarero. Trayectorias y experiencias de clase en familias trabajadoras del sur tucumano / Karina Ciolli

“Mi papá y mi tío eran obreros en Santa Ana (…) hay una historia de lucha que a mí me hizo vincularme a la política, a mis hermanos también (…) venimos con una lógica de vínculo que viene de ahí (…) es como que la lucha continúa” (Hijo de un obrero azucarero tucumano nacido y criado en Buenos Aires)

 

A fines de la década de 1960, en diversas provincias de la Argentina se desarrollaron iniciativas modernizadoras que abonaron a una fragmentación industrial y geográfica, desplegadas a escala por la dictadura de Juan Carlos Onganía y que incluyeron procesos de reestructuración y racionalización productiva. En ese marco, en Tucumán, a través del decreto-ley 16.926, se selló el cierre definitivo de gran parte de los ingenios azucareros emplazados en el sur de la provincia. La medida, enmarcada en el llamado Operativo Tucumán, se planteó como la necesidad de avanzar hacia una reconversión productiva basada en la modernización y diversificación de la economía de la provincia, que incluía la erradicación del monocultivo de la caña de azúcar. Este proceso implicó un cierre escalonado de fábricas, la pérdida de fuentes laborales, la migración regional y extra regional de familias trabajadoras y el desmantelamiento de un movimiento obrero azucarero cuya experiencia histórica gravitó no sólo en la provincia, sino en la historia sindical y política nacional.

A partir de un abordaje etnográfico situado en la comuna rural de Santa Ana, al sur de la provincia de Tucumán, nos propusimos analizar el derrotero de uno de los pueblos que vivió el ocaso del Ingenio y Refinería Santa Ana, su principal fuente laboral. Santa Ana condensa un conjunto de características que permiten analizar la dinámica de las relaciones de poder en un territorio concreto. En primer lugar, al estar situado en el interior del interior, el pueblo se entrama con las desigualdades estructurales centro-interior, que lo colocan en el polo del atraso respecto de la próspera región pampeana, aun en los períodos de auge azucarero. En segundo lugar, se trata de un territorio tempranamente industrializado, donde a partir del nacimiento del ingenio azucarero se forjó una clase obrera industrial y agraria que articuló experiencias en común, las cuales fueron desmanteladas y fragmentadas en el marco del Operativo Tucumán. Y, por último, fue uno de los territorios donde se desplegó el Operativo Independencia –laboratorio represivo de la última dictadura cívico-militar–, que promovió un escenario no solo de persecuciones, terror y violencia, sino también de estigma y sospecha de todas las poblaciones cercanas al monte, caracterizado como subversivo.

En nuestra tesis doctoral encontramos que el dilema civilización/barbarie –actualizado en el par modernización/atraso en el que la barbarie y el atraso se colocan del lado de la clase trabajadora– opera en (y organiza) las relaciones capital-trabajo a través de discursos y prácticas que configuran concepciones del mundo ampliadas. A través de la noción de iniciativas civilizatorias construimos una perspectiva que nos permitió estudiar cómo se despliegan territorialmente proyectos (o iniciativas) de poder de largo alcance –cuya centralidad son los procesos de estigmatización y dominación– al calor de los procesos de acumulación del capital y de la lucha de clases. Dichas iniciativas proponen determinadas jerarquías sociales que se despliegan en tanto barbaries, segmentando a las clases populares, no solo desde las características propias de la división social del trabajo, sino desde perspectivas culturales, ideológicas y simbólicas contenidas en las ideas de lo civilizado y lo bárbaro.

Encontramos que la particularidad de las iniciativas civilizatorias en este territorio es la de configurar y jerarquizar barbaries a lo largo del tiempo a partir de tres ejes: 1) desigualdades geográficas, basadas en la dicotomía centros-periferias (Buenos Aires/Tucumán, Tucumán/Santa Ana, Santa Ana/colonias); 2)  atributos fenotípicos y culturales construidos respecto de características estigmatizantes atribuidas y cristalizadas hacia los sectores subalternos; y 3) trayectorias laborales (trabajadores industriales –de planta y de talleres–, trabajadores agrarios, desocupados y desocupadas, trabajadores golondrina, trabajadoras domésticas, etc.). A partir del cruce entre estos ejes se configuró un proyecto civilizatorio de largo alcance que configuró al sur tucumano como un territorio surcado por el atraso, y que operó en la estratificación de barbaries. Esta operatividad, además de promover tensiones y conflictos dentro de las familias trabajadoras del sur tucumano derivadas de las fragmentaciones de los sectores subalternos, expulsó a una porción de aquellos del territorio del sur tucumano. Si bien no hay datos estadísticos que estimen con precisión la cantidad de familias tucumanas que migraron tras el cierre de ingenios azucareros, las cifras proporcionadas por la bibliografía existente indican que uno de cada cuatro tucumanos (entre 130 mil y 200 mil personas) emigraron de la provincia a fines de la década de 1960 (Ceballos, 2000; Giarraca et al, 2001). Tal como indica Ceballos (2000), el 73,1% de quienes emigraron lo hicieron hacia Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Según datos del INDEC de 1999, a fines de la década de 1960 Tucumán fue una importante proveedora de mano de obra del Área Metropolitana de Buenos Aires, “contribuyendo a su crecimiento industrial” (INDEC, 1999: 27).

A casi sesenta años del cierre de ingenios azucareros, persisten en el imaginario colectivo las ideas fuerza de pueblos fantasmas o universos laborales y sociales desaparecidos. En nuestros trabajos posdoctorales en curso identificamos tres aspectos que contrastan con estas perspectivas y que permiten reconfigurar el lugar protagónico de las familias trabajadoras (de ayer y de hoy) en la historia.

En primer lugar, el impulso de diversas organizaciones sindicales de la provincia para conmemorar y visibilizar este fenómeno histórico, como por ejemplo la presentación de un proyecto de ley para la creación de un Fondo de Reparación Histórica para la provincia de Tucumán, o la declaración del 22 de agosto como “Día Nacional de Desagravio al Pueblo Tucumano por el Cierre Masivo de Ingenios Azucareros Pergeñado por la Dictadura Militar de 1966”.

En segundo lugar, los aportes de las familias trabajadoras del sur tucumano que se asentaron en la provincia de Buenos Aires. Nos referimos a los saberes y trayectorias laborales puestas en juego en otros recorridos laborales, las experiencias de resistencia política y sindical que atravesaron y que transmitieron en sus nuevos lugares de emplazamiento, la socialización de mitos y expresiones simbólicas y culturales a su descendencia, y la participación en fiestas patronales en el lugar de origen, que activan procesos de reposición y activación de memorias obreras.

Por último, la reconstrucción de la memoria obrera que se está desarrollando en Santa Ana, a partir de la consolidación de una organización social y política (TUCMA) que obtuvo la administración de la comuna tras la última contienda electoral. Se trata de una organización que tienen casi diez años de historia y que está compuesta fundamentalmente por hijos e hijas de pequeños productores, de obreros azucareros y de trabajadores golondrina que decidieron quedarse en su pueblo natal. Esta “apuesta” por quedarse está mediatizada por algunos de los proyectos productivos impulsados desde la organización.

Nos proponemos continuar trabajando sobre estos ejes para analizar cómo  es posible contrarrestar el dilema de poder históricamente configurado desde los sectores subalternos.