Aportes para el estudio de la formación de la clase trabajadora en América Latina / Julia Soul

La impugnación ideológica y cultural de la “clase obrera” o, más ampliamente, de la “clase trabajadora” fue uno de los elementos constitutivos del período de la “globalización neoliberal”. Esta impugnación tuvo su correlato en el campo académico, y se materializó en una serie de argumentaciones sobre la desaparición de la clase trabajadora en términos empíricos y su futilidad en términos analíticos. Este diagnóstico subyace a las modalidades de análisis de la protesta social, que enfatizaron los procesos de constitución de actores colectivos heterogéneos y multiformes – desocupados, asalariados, productores familiares, comunidades campesinas e indígenas, grupos étnicos y raciales particulares etc. Se argumentó que fueron estos movimientos sociales, los que lograron cierta capacidad impugnatoria de las políticas de privatización y mercantilización de las condiciones de reproducción – particularmente en América Latina y otras regiones del Sur Global.

Las sucesivas crisis económicas, en particular la de 2008, y el desarrollo de procesos de confrontación contra las políticas de ajuste y austeridad, promovieron el debate en torno de la categoría de clase. Un supuesto subyacente a este debate es la necesidad de cuestionar la identificación clase trabajadora/obrero industrial/trabajo asalariado libre/sindicalización/varón blanco.Desde diferentes perspectivas se problematiza la supuesta homogeneidad de la clase obrera, al reponer: procesos de diferenciación interna, que incorporan dinámicas racializantes y de género; procesos de desigualdad geográfica; procesos de confrontación y antagonismos particulares.Una línea de conceptualización particular en Antropología del Trabajo, repone la necesidad de una aproximación holística a la clase, capaz de dar cuenta de su conformación en términos históricos, político-económicos, socioculturales, afectivos y morales. Es así que el objeto de abordaje son configuraciones clasistas heterogéneas y desiguales, observables en tiempos y espacios particulares.El paso conceptual para esta construcción remite a la diferenciación analítica entre “situación” y “formación” que postula teóricamente la historicidad de las clases como sujetos, tal como postulara E P Thompson.

En el marco de un proyecto de investigación que pretende construir conocimiento acerca de las especificidades en la formación de las clases trabajadoras latinoamericanas, desarrollamos esta problematización a partir de un conjunto de premisas teóricas:

En primer lugar, se plantea el abordaje de la formación de la clase trabajadora como producto de un conjunto de procesos cuya especificidad histórica está dada por la expansión de las relaciones capitalistas – antes que como un sistema de posiciones producido ex ante por esas mismas relaciones.Así, las nociones de organización/desorganización/reorganización resultan clave para analizar a la clase trabajadora históricamente. Esta tríada permite construir una hipótesis de trabajo que vincula procesos de acumulación de capital y procesos de organización del trabajo. Así, cada período de acumulación capitalista puede vincularse con la emergencia de configuraciones de clase que amalgaman elementos institucionales, espaciales, culturales y políticos estructurantes de la cotidianeidad de los trabajadores y sus familias.

En segundo lugar, y en conexión con lo anterior, los procesos de formación de la clase se abordan en una perspectiva histórica a partir de observar la dinámica de los conjuntos sociales respecto de tres procesos:

- explotación:  considerado como el núcleo específico de la forma capitalista de subordinación/subsunción del trabajo

- mercantilización: de la fuerza de trabajo y de las condiciones de subsistencia

- desposesión: condición de producción de primera, es una tendencia siempre actuante en diversos niveles y escalas.

La noción de regímenes laborales es una categoría de alcance medio que permite la aproximación al modo en que dichos procesos se intersectan en un espacio-tiempo situado.

En tercer lugar, los procesos de reestructuración capitalista desorganizan las configuraciones de clase, mediante políticas estatales de diferenciación, precarización, o segregación o mediante iniciativas privadas de deslocalización o relocalización de inversiones, que transforman profundamente las condiciones de existencia colectiva. En el proceso de despliegue de las luchas operan también mecanismos de trazado de fronteras, procesos de diferenciación jurídico-institucionales, políticos, y culturales que excluyen a ciertas fracciones de trabajadores de las configuraciones de la clase trabajadora. Esto implica la posibilidad de que históricamente ciertos grupos y no otros formen finalmente clases trabajadoras particulares o locales, como resultado del modo en que las luchas clasifican a los grupos.

En síntesis, el campo de debate abierto en torno de la noción de clase trabajadora, abona por la elaboración de un concepto que incorpore las dimensiones procesuales y las desigualdades propias del despliegue del capitalismo, y pueda, de este modo profundizar la comprensión acerca de los modos en que la clase trabajadora se reorganiza en cada ciclo, a través de su propio accionar reproduciendo continuidades históricas y asimilando, resistiendo, disputando las transformaciones y construyendo perspectivas emancipadoras.