Creencias, religión y género: reflexiones para la constitución de una línea de trabajo / Verónica Giménez Béliveau y Ana Inés Mallimaci

Equipo integrado por: Verónica Giménez Béliveau, Gabriela Irrazábal, Ana Inés Mallimaci, María Bargo, Natalia Fernández, Agustina Gracia, Catalina Monjeau Castro

 

El campo de estudios de las ciencias sociales de la religión y los estudios de género y feministas han sostenido una relación relativamente reciente y no siempre sencilla. Como señalan Bandeira, Somoza y Mazo (Bandeira et al., 2021), en los últimos años en América Latina se consolidan dos grandes líneas de encuentro entre dichos campos de estudio: la primera especialmente enfocada en el análisis de las posiciones de las mujeres dentro de diferentes religiones y “nuevas espiritualidades”, y la segunda en el rol de las iglesias y los agentes religiosos en lo relativo al control y gestión de la política sexual y los derechos sexuales y reproductivos. Otra línea de convergencia se ocupa del desarrollo de una teología con perspectiva de género (Bandeira et al. 2021). De este modo, los antecedentes se centran particularmente en el análisis de cómo las normas actúan sobre las mujeres: las autoras, retomando a Saba Mahmood, señalan la relevancia de preguntarse también por cómo las mujeres y disidencias habitan las normas religiosas, un tema mucho menos explorado. Es con vistas a este horizonte que emprendimos la conformación del grupo sobre Religión, espiritualidades y género en el Programa Sociedad, cultura y religión del CEIL. Nos proponemos avanzar en el estudio del vínculo entre las construcciones genéricas situadas y las creencias que habilitan, considerando también las sociabilidades, los usos de las normas y las violencias marcadas por el género ejercidas desde las instituciones y grupalidades religiosas.

La Segunda Encuesta sobre creencias y prácticas religiosas en Argentina nos ofrece un excelente punto de partida desde el cual iniciar este recorrido. Un primer análisis posible a partir de sus datos se basa en la comparación del total de las respuestas esgrimidas por varones y por mujeres para analizar las diferencias significativas entre estos grupos. Estudiar la información agrupada a nivel nacional, cruzar esos datos según el género1 de los/as respondentes nos permite presentar rasgos generales sobre las creencias de las mujeres, y esbozar algunas líneas futuras de investigación. Se trata de los primeros resultados, que nos ayudarán a definir los contornos de las creencias declinadas en femenino, visualizando lo que tienen de particular en relación con las masculinas. A continuación, mencionaremos las principales temáticas que articulan dichas disparidades y esbozaremos algunas posibles claves de interpretación.

¿Las mujeres son más religiosas?

La primera dimensión que nos interesa rescatar se refiere a la adscripción religiosa. En una escala de 1 a 10, las mujeres se consideran más religiosas y espirituales. Entre ellas, quienes declaran pertenecer a alguna religión superan por 9 puntos porcentuales a los varones, y a la inversa, se cuentan menos mujeres que varones entre las personas sin filiación religiosa.

 

¿Cuál es su religión? Según género (en %) (categorías agrupadas)

Total

Mujeres

Varones

Creyente/ Practica alguna religión

80,8

85,1

76,1

Ateo, Agnóstico, Ninguna

18,9

14,5

23,8

Ns/Nc

0,3

0,4

0,1

Total

100,0

100,0

100,0

Base: 2421 casos / Fuente: Segunda encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas, Programa Sociedad, Cultura y Religión CEIL CONICET, 2019

Además de declarar su pertenencia a alguna religión en mayor medida que los varones, una proporción mayor de mujeres cree en Dios (86% vs. 77,5% de los varones), y declaran que sus vivencias de la religión han aumentado a lo largo de la vida (30% ellas vs. 20,5% ellos).

En un paisaje religioso marcado por la autonomía en donde varones y mujeres optan mayoritariamente por relacionarse con Dios por su propia cuenta (6 de cada 10 personas), la relación con la divinidad también muestra algunas diferencias según el género: las mujeres tienden a relacionarse con Dios a través de la institución más que sus pares (33,5% vs 26,4% de los varones), y entre quienes no se relacionan con Dios, los varones casi triplican a las mujeres (9,1% los varones vs. 3,8% las mujeres).

La asistencia a las celebraciones del culto es la manera en que la sociología de las religiones ha clasificado históricamente a los fieles practicantes regulares de los ocasionales y los nominales. Las mujeres concurren a las celebraciones religiosas en mayor medida que los varones: ellas asisten al menos una vez por mes en mayor proporción que ellos (31,5% vs. 22,1%), mientras que los varones que no van nunca al culto superan a las mujeres en algo más de 8 puntos porcentuales (34% vs. 25,7%).

Los resultados de la encuesta muestran que las mujeres no sólo se declaran más creyentes, sino que acuden más a los cultos, reproducen em mayor medida los ritos de sus creencias y consumen más productos culturales religiosos. En este sentido pareciera que las mujeres se posicionan como “transmisoras” de las religiones y son las cuidadoras de sus bordes (Yuval Davis, 1996). Como muestra Zapata (2005), son también las mujeres las que aparecen más vinculadas a sostener la gestión de la vida social vinculada con las diferentes religiones, y quienes se centran en el trabajo social realizado por las iglesias.

La gestión religiosa de lo cotidiano y la agenda de género

La gestión de la vida doméstica, la familia y la reproducción de las mismas ha sido un trabajo atribuido históricamente a las mujeres (Bertaux, 1997; Borgeaud-Garciandía, 2018; Faur, 2014; Zibecchi, 2013). Desde el CEIL pudimos analizar cómo durante la pandemia la gestión cotidiana se cargó de nuevas tareas relacionadas con la educación y la salud (Giménez Béliveau, Barán, Bilbao, Monjeau Castro, 2021): el análisis de los datos de la 2ª Encuesta nos muestra que la gestión de los cuidados por parte de las mujeres también se da en el plano de lo espiritual y lo religioso. Las mujeres se dedican en mayor medida que los varones a las prácticas, las creencias y concentran las opiniones asociadas con la familia, la transmisión, las sociabilidades y los cuidados.

Podemos identificar esta tendencia en aquellas opiniones y creencias referidas a dimensiones relacionales, donde el otro u otra debe ser considerado/a. Por ejemplo, en el momento de acudir a Dios, las mujeres destacan que lo hacen en momentos de sufrimiento y felicidad, y al reflexionar sobre “el sentido de la vida” en mayor proporción que los varones, mientras que éstos dicen recurrir a Dios cuando necesitan algún tipo de ayuda en mayor porcentaje que las mujeres.

El análisis comparativo de las prácticas religiosas nos muestra que las mujeres realizan actividades relacionadas con lo religioso y lo espiritual en mayor medida que los varones: en el último año han rezado más, han hablado más frecuentemente con los seres queridos difuntos, se han confesado en mayor proporción y han practicado yoga o meditación en un porcentaje más alto. Son las mujeres también quienes desarrollan más consumos religiosos: leen la Biblia, escuchan música y programas de radio y TV religiosos en mayor proporción que los varones.

¿Con qué frecuencia practicó las siguientes actividades en el último año? Según Género. Datos en %.

2019

Total

Mujeres

Varones

Rezar u orar

77,2

84,9

68,6

Leer la biblia / Otro libro sagrado

41,2

47,2

34,4

Hablar a los seres queridos difuntos

40,7

45,7

34,9

Escuchar o ver programas religiosos en radio, TV o internet

28,3

32,4

23,7

Ir a una peregrinación, fiesta religiosa o encuentro espiritual

27,7

29,7

25,5

Confesarse y comulgar

26,2

30,5

21,4

Escuchar música religiosa

26,2

29,0

23,1

Leer revistas, libros o diarios religiosos

23,9

28,2

19,2

Cura del mal de ojo, empacho, culebrilla

21,6

24,9

17,9

Misionar o predicar

14,4

16,5

12,1

Hacer yoga o meditación trascendental

11,4

14,5

8,0

Base: 2421 casos / Fuente: Segunda encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina, Programa Sociedad, Cultura y Religión CEIL CONICET, 2019

La agenda de género en el país se ha amplificado en los últimos años. Ya no se trata sólo de la lucha por la igualdad de las mujeres cis sino que también se incluyen los deseos e intereses de las disidencias sexuales, de personas de diferentes orígenes sociales y raciales. Asimismo, a la reivindicación sobre la necesidad de garantizar la participación de mujeres y disidencias en los espacios de poder y el derecho al aborto se le suman otras peleas vinculadas a una distribución equitativa del trabajo de cuidados en las sociedades y su valoración como un trabajo fundamental para sostener nuestras vidas.

La encuesta releva, directa o indirectamente, la posición de los/as encuestados/as sobre estas cuestiones mostrando que no existe una correlación universal entre ser varón o mujer y la opinión sobre estas temáticas. En primer lugar, tanto varones como mujeres están ampliamente de acuerdo con permitir el sacerdocio femenino. En relación con la opinión sobre algunos tópicos clásicos de la división sexual del trabajo, las mujeres se oponen más a la idea de que “las mujeres deben quedarse en casa y cuidar a los/as hijos/as”. También están más a favor que los varones sobre la adopción de personas LGTTB+. Si bien no es una participación masiva (menos del 10%) el espacio en el que las mujeres participan con mayor frecuencia es en las marchas de “Ni una menos”.

No se revelan diferencias significativas en las opiniones respecto al aborto. La mayoría, de mujeres y de varones, opinan que “El aborto debe estar permitido sólo en algunas circunstancias”. En segundo lugar, figura el grupo de mujeres y varones que coincide en que “Una mujer debe tener el derecho a un aborto siempre que así lo decida”. Por último, la opción menos elegida es que “El aborto debe estar prohibido en todos los casos”.

Sin embargo, hay un ítem en el que existen diferencias y es en relación con la pena de muerte. Las mujeres responden con mayor frecuencia que los varones que debería implantarse la pena de muerte para los delitos graves. ¿Es posible identificar una suerte de punitivismo femenino como respuesta a los femicidios? ¿Cómo se relacionan la mayor religiosidad de las mujeres con la opinión sobre la pena de muerte para delitos graves? Será éste sin duda uno de los temas a investigar.

Conclusiones y preguntas para seguir profundizando

Comprender las características y las diferencias de creencias y prácticas entre varones y mujeres requiere, sin duda, de un análisis más profundo. Sin embargo, el acercamiento descriptivo propuesto habilita algunas interpretaciones.

En primer lugar, podría pensarse que existe un mayor apego a la regulación institucional de las prácticas y creencias entre las mujeres. Los varones suelen ubicarse más en los extremos y se intensifican en las posturas más individualistas. Un aspecto interesante es que las mujeres sobresalen en aquellas dimensiones vinculadas a la gestión de lo cotidiano, la familia y los cuidados de otros/as, lo que incluye la dimensión espiritual.

En Occidente marcado por el cristianismo las estructuras religiosas han reservado históricamente a las mujeres lugares marginales, luego en ciertas tradiciones se ha comenzado a reconsiderar la posibilidad de una mayor apertura hacia las mujeres en lugares de gestión y poder. El lugar marginal otorgado a los cuidados reconoce un paralelo con la atribución del sostén femenino a las tareas de caridad hacia los/as pobres, los/as ancianos/as, los/as excluidos/as. Y, sin embargo, la contracara de esa marginalización muestra un cierto empoderamiento de las mujeres en esos espacios: en las trayectorias de activistas religiosas, la participación activa en distintas actividades religiosas consigue la afirmación de la personalidad, el crecimiento en la gestión de grupos, el incremento en las capacidades de negociar espacios propios con los espacios de poder masculinizados.

A partir de los datos de las Encuestas sobre creencias y actitudes religiosas en la Argentina, y enfocando el análisis a las temáticas de género, surgen algunas preguntas que organizarán una línea de trabajo sobre religión, espiritualidades y género. ¿Cómo se expresa la división social del trabajo, fuertemente generizada, en el campo de las creencias y las religiones? ¿Qué formas adopta en los distintos grupos religiosos? ¿De qué manera la centralidad de las mujeres en el espacio de los cuidados puede ser pensada desde la categoría de “Cuidados espirituales”? ¿Cómo el activismo religioso de las mujeres encuentra límites en las estructuras institucionales y grupales? Las tensiones que articulan el campo serán los ejes centrales de las investigaciones del equipo de Religión y Género.

Bibliografía

Bandeira, O., Somoza, M.-S. G., & Mazo, S. (2021). Religión y género en América Latina: Perspectivas teóricas y metodológicas para la investigación. Descentrada5(2), e144-e144. https://doi.org/10.24215/25457284e144

Bertaux D. (1997). Les récits de vie, Paris, Coll. 128, Nathan Université.

Borgeaud-Garciandía, N. (2018). Introducción. En El trabajo de cuidado (13-30). Buenos Aires: Fundación Medifé Edita.

Faur, E. (2014). El cuidado infantil en el siglo XXI. Mujeres malabaristas en una sociedad desigual. Buenos Aires: Siglo XXI.

Giménez Béliveau, V; Barán Attias, T; Bilbao, S; Monjeau Castro, C (2021) “Mujeres y cuidados en contexto de ASPO: tramas familiares y comunitarias en salud y educación en el Gran Buenos Aires”, CEIL-CONICET, Serie FAMILIAS, TERRITORIOS Y COTIDIANEIDADES EN TIEMPOS DE LA COVID-19, Nº 2.

Yuval Davis, N (1996) Género y nación: articulaciones del origen, la cultura y la ciudadanía. Arenal Vol. 3 Núm. 2: Género y construcción nacional: Una perspectiva internacional, Dossier, Pp. 163-175.

Zapata, L. (2005) La mano que acaricia la pobreza. Buenos Aires: Antropofagia.

Zibecchi, C. (2013). “Organizaciones comunitarias y cuidadoras: reconfiguración de responsabilidades en torno al cuidado infantil”. En Pautassi, L y Zibecchi, C. (coord.) Las fronteras del cuidado. Agendas, derechos e infraestructura. Buenos Aires: Biblos.

Notas

1 Consideramos el “género” de las personas de acuerdo a la respuesta registrada en “sexo”. Si bien asumimos las limitaciones teóricas y políticas de esta elección, trabajamos con las posibilidades que nos brinda la encuesta.