Neoliberalismo tardío y capitalismo de plataformas en América Latina / Patricia Ventrici, Hernán Palermo y Juan Montes Cató

El crecimiento vertiginoso de las corporaciones tecnológicas, incrementado a niveles exponenciales a partir de la irrupción de la pandemia de COVID-19, amplificó el desarrollo del capitalismo de plataformas también en América Latina y profundizó algunas discusiones y fenómenos en torno al capital, el trabajo y sus mutaciones en el Sur global.

En varios países de la región -Argentina es un claro ejemplo- se ha instalado el discurso público que sostiene que la expansión de la denominada “economía del conocimiento” constituye una oportunidad histórica para alcanzar el ansiado “salto al desarrollo” y lograr ocupar un nuevo lugar en el entramado internacional. La capacidad de ciertos países de la región –Argentina, Brasil, México- de generar corporaciones digitales de trascendencia global (los llamados unicornios, aquellos que logran cotizarse en más de mil millones de dólares en la bolsa estadounidense) está en la base de este relato.

Este salto cualitativo estaría comandado además por una nueva elite empresarial, socializada en el espíritu californiano, contrapuesta a la oligarquía tradicional y localista, vinculada fundamentalmente al agronegocio y, en menor medida, a ciertos rubros básicos del capitalismo pesado. Esta nueva fracción de líderes jóvenes, con espíritu y vocación global por definición y nativos del lenguaje dominante de la época, se define por oposición a la tradicional  “burguesía nacional”, caracterizada como una elite eternamente dependiente de los subsidios del Estado, reacia a la competencia, provinciana, conservadora, demasiado rígida y siempre un poco anacrónica.

Así, la añorada burguesía schumpeteriana podría finalmente hacer pie en estas latitudes por la magia de la meritocracia digital. El ecosistema de la economía digital se presenta a sí mismo como la superación antagónica de la vieja oligarquía rentística. Startups y unicornios son los nuevos nombres del progreso capitalista deseable para nuestros países periféricos.

Sin embargo, el despliegue acelerado pero aún emergente de este modelo de negocios en la región tiende a mostrar una realidad fragmentada y contrastante: la imbricación entre digitalización y precariedad como base material para el desarrollo de la economía de plataformas. Este movimiento hacia la profundización de dualidad social se pone de manifiesto, entre otros planos, en la reconfiguración que el fenómeno de plataformas viene produciendo en el mundo del trabajo. En la actualidad, el debate acerca del “futuro de trabajo” en la región está dominado por dos imágenes, aparentemente contrapuestas: por un lado, la sofisticación de los nuevos trabajos vinculados a la industria del software y por otro, la hiper precariedad de los trabajadores de plataforma que realizan trabajos a pedido a través de aplicaciones (conductores de Uber, Glovo, Rappi, servicios domésticos, etc.). Los primeros, en la cúspide de la pirámide, están altamente calificados y aunque resultan notablemente baratos en términos de su salario en dólares, gozan de condiciones de trabajo privilegiadas en el contexto local, principalmente a raíz de la escasez de trabajadores para este tipo de puestos (ingenieros en software, diseñadores web, cientistas de datos, analistas de sistemas). Esta deficiencia hoy constituye el principal problema para las empresas de origen local en términos de la organización laboral para lograr la expansión del negocio. En el otro extremo, la precarización extrema de los micro-trabajos implica la consolidación de un modelo de desregulación y extrema flexibilidad de las relaciones laborales que, en algunos países como Argentina, supone el desarme estrepitoso de grandes conquistas históricas protectoras del trabajo. En esa dirección, el avance del fenómeno de plataformización del trabajo abona fuertemente la cristalización de un “piso” muy elevado de informalidad en el mercado de trabajo, en el cual estos nuevos empleos “independientes” son la novedad estelar.

Un hilo conductor aparece uniendo, en el plano de la operación simbólica, estas facetas materialmente tan distantes: el discurso emprendedorista. Se trata de una gran construcción simbólica de raigambre corporativa que devino en una suerte de ideología oficial de la época, de la cual las empresas de plataformas son la mejor y más eficaz encarnación. Supone una reivindicación del mérito en la figura de un sujeto hiperindividualizado, ilusoriamente libre de condicionamientos sociales, motivado por una idea difusa de libertad, audacia, innovación, autonomía, riesgo, hiperproductividad. Las grandes corporaciones tecnológicas de la región han encontrado en este dispositivo discursivo una herramienta muy eficaz para la construcción de un sentido común funcional a sus intereses, que permea de manera muy potente la visión del mundo de los sectores más distantes de la estructura social. En el marco de la profunda crisis actual de América Latina, el  emprendedorismo opera aggiornando, con su espíritu tecnoliberal-digital, a un neoliberalismo tardío francamente demacrado y decadente.

Se produce así una notable paradoja en esta reivindicación exacerbada de una idea difusa de la libertad -que es en esencia libertad de mercado- dentro de un contexto de desmoronamiento de los mínimos soportes sociales y de concentración de capital sin precedentes por parte de las corporaciones, frente al debilitamiento de los Estados en términos generales y mucho más de los estados “fallidos” del capitalismo periférico.

La operación del discurso emprendedorista intenta trasmutar el sufrimiento que produce la vivencia cotidiana de la precariedad en adrenalina por el riesgo, troca el desamparo por supuesta oportunidad individual. Esta apuesta por el “empoderamiento” deriva entonces en una privatización del padecimiento social y en una mayor carga de culpa sobre ese sujeto, doblemente atenazado por sus condiciones materiales pauperizadas y los mandatos de hiperproductividad incumplidos.

El avance de esta nueva configuración social agrega una complejidad novedosa al gran desafío de la época de generar nuevos horizontes de sentido colectivo y organización común. Los sindicatos y movimientos sociales, actores protagónicos de la resistencia, son los principales desafiados, pero su potencialidad –que atraviesa un momento crítico- depende de su capacidad de deconstrucción de lógicas anacrónicas para reinventar formas colectivas a la altura de los dilemas en juego.

 

Textos de los autores para seguir profundizando en el tema:

 Montes Cató, J.S. (2011). El trabajo en la sociedad de la información: desafíos para el movimiento obrero, Kairos 15 (27) https://revistakairos.org/el-trabajo-en-la-sociedad-de-la-informacion-desafios-para-el-movimiento-obrero/

Palermo, H.y Ventrici, P. (2020).Creativos, divertidos, emprendedores y meritocráticos. El trabajo en contexto de las tecnologías de la información. Cuadernos de Antropología (52).http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1850-275X2020000200037

Ventrici, P. y Palermo, H.(2021). La siliconvalización del trabajo. Una experiencia argentina, ICONOS Revista de Ciencias Sociales 69 https://revistas.flacsoandes.edu.ec/iconos/article/view/4302