Configuración de vínculos y prácticas organizativas en el marco de las políticas de desarrollo rural en la provincia del Chaco / Jimena Ramos Berrondo

Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)
Director: Dr. Enrique Matías Berger

 

Una tarde de enero del año 2013, un amigo chaqueño me contó que en Resistencia se manifestaron varios dirigentes de diversas organizaciones campesinas, porque Pérsico había relevado de su cargo al entonces delegado de la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF) para colocar a uno de sus allegados del Movimiento Evita (ME). Este hecho, que podía parecer minúsculo, se enmarcaba en un contexto nacional de creciente efervescencia, en el que el 15 de noviembre de 2012 dirigentes de diferentes organizaciones se reunieron con funcionarios de la Subsecretaria de Agricultura familiar en el Congreso de la Nación, para debatir sobre un proyecto de ley de freno a los desalojos. Semanas después hubo una manifestación frente al congreso con el objetivo de pedir la aprobación del proyecto de ley y reclamar mayor presupuesto para el sector.

Estos hechos fueron el punto de partida de mi pregunta de investigación: por qué, a pesar de los avances en la institucionalización de la agricultura familiar (creación de la SAF, espacios de diálogo entre dirigentes y funcionarios a nivel regional y nacional) sobre los que había leído en diversos artículos, los dirigentes campesinos chaqueños y de diversas provincias del país (nucleados en distintas organizaciones de segundo grado) estaban disconformes.

Al principio, comencé a interesarme por los cambios y continuidades que se dieron en las políticas de agricultura familiar a partir del nombramiento de Pérsico como subsecretario de Agricultura Familiar (en 2012), y en cómo los espacios e instrumentos de políticas públicas (como el Foro Nacional de Agricultura Familiar y la Reunión Especializada de Agricultura Familiar del Mercosur) incidieron en el margen de negociación y canalización de las demandas de los pequeños productores en Chaco. Más adelante, mis primeras incursiones en campo y los intercambios sostenidos con mi director de tesis hicieron que mi objeto de estudio fuera virando desde una mirada más normativa de la política pública (qué tanto habían funcionado esos espacios, qué demandas habían resuelto las organizaciones a través de ellos y qué proyectos se habían logrado concretar) hacia una interpretativa: analizar las subjetividades de los actores inmersos en esas políticas, sus discursos, formas de participación y la manera en que se vinculan formando tramas organizativas.

El objetivo general de esta investigación fue comprender las formas de participación y las prácticas organizativas orientadas a promover el desarrollo rural y representar los intereses de la población rural durante el periodo 1980 – 2015, a partir del análisis de los vínculos, constitutivos de estas prácticas y sus partícipes (agentes y referentes de las ONG, dependencias estatales y representantes de la población rural), haciendo énfasis en la interface nación – provincia del Chaco.

Para alcanzar este objetivo, me propuse indagar primero las trayectorias de los dirigentes campesinos de las organizaciones seleccionadas: Unión de Pequeños Productores del Chaco (UNPEPROCH), Asociación de Pequeños Productores del Chaco (APEPCH), Movimiento Campesinos Poriajhú, Unión de Pequeños Productores de Colonia Elisa (UNPEPROCE), Frente Nacional Campesino (FNC), Federación Nacional de Organizaciones Nucleadas en la Agricultura Familiar (FoNAF), así como la historia de sus organizaciones.  A su vez, indagué sobre los actores (ONG y agentes estatales) vinculados con estas organizaciones desde la década del 80, destacando los motivos de su involucramiento político en las políticas de desarrollo rural y agricultura familiar.

A partir de esto, se reconstruyeron los vínculos entre agentes estatales, referentes de ONG y dirigentes campesinos en diferentes periodos. Esto me permitió ver cómo se fueron gestando diversas tramas organizativas y la manera en que pensaban el territorio y el desarrollo rural, así como sus prácticas en los programas y proyectos implementados a lo largo del tiempo (prestando atención a las rupturas y continuidades). Tomé en cuenta la reflexividad de los actores sobre las políticas de desarrollo rural, el sentido político que les conferían y el trabajo político que realizaban, analizando los compromisos y obligaciones que los actores establecían para trabajar con la población rural.

La tesis analizó a estos sujetos como actores con múltiples roles, así como sus adhesiones a organizaciones de segundo grado, movimientos sociales, partidos políticos y su circulación por diferentes ámbitos donde se conectaba la pequeña política con la gran política (Cowan Ros, 2011).  Para ello fue preciso analizar sus vínculos en los espacios de diálogo para discutir políticas de agricultura familiar a nivel regional -Reunión Especializada de Agricultura Familiar del MERCOSUR (REAF)- y nacional, el Foro Nacional de Agricultura Familiar (FoNAF) y el Consejo de Agricultura Familiar Campesino e Indígena (CAFCI). Aquí, destacó el papel de los dirigentes y los técnicos como mediadores frente a los funcionarios así como el intercambio de recursos materiales y simbólicos entre ambos.

El gran desafío de la tesis doctoral fue estudiar una miríada de actores (agentes estales, referentes de ONG y dirigentes campesinos) desde una perspectiva relacional, contrastando las visiones que tenían sobre las problemáticas del sector, la manera en que se clasificaban unos a otros y sus prácticas en las políticas de desarrollo rural y agricultura familiar. Se muestran así los diferentes espacios y situaciones por donde circulaban los actores con el objetivo de ganar reconocimiento, promocionar sus políticas y posicionar sus demandas en la agenda pública.

Después de describir los objetivos de la investigación, el estado del arte sobre los movimientos campesinos y el marco teórico basado en la conjunción de diferentes teorías de la antropología política (en los primeros tres capítulos), la tesis comienza presentando a los principales protagonistas de la investigación: funcionarios militantes y dirigentes campesinos con diversas trayectorias e historias de vida, cuyo común denominador es un fuerte interés por la temática del desarrollo rural y la agricultura familiar. Este interés tiene que ver con múltiples motivaciones, desde el haber vivido problemáticas ligadas al desalojo de tierras y la pérdida de su producción hasta el haber participado en movimientos gremiales y políticos (en defensa de los derechos de los campesinos, indígenas o pequeños y medianos productores), así como proyectos en territorio. Aquí se analiza la categoría del involucramiento político como algo que surge a partir de las vicisitudes y experiencias de los actores y cómo les aporta diferentes oportunidades para vincularse con sujetos de diferentes mundos de vida.

Este interés por el desarrollo rural hace que tanto agentes estatales como dirigentes campesinos se involucren en diferentes juegos políticos, que consisten en estrategias para incidir en la formulación e implementación de políticas de desarrollo rural y agricultura familiar en las que existe una disputa en torno al diagnóstico de los problemas del sector, el grado de incidencia y participación que cada uno tiene en estas políticas y los discursos que se producen para legitimar programas y proyectos.

Desde una perspectiva histórica, la tesis narra cómo diversas ONG vinculadas a la iglesia católica, como el Instituto de Cultura Popular (INCUPO), trabajaron con pequeños productores en el interior del Chaco e impulsaron la conformación de diferentes organizaciones de base como UNPEPROCH y APEPCH. Y la manera en que lograron demandarle al gobierno provincial cambios en la legislación de tierras y recursos naturales en favor de los campesinos e indígenas. Los técnicos de las ONG pensaban que el sector necesitaba políticas de Estado y por ello decidieron ser parte del Programa Social Agropecuario (PSA), el primer programa estatal impulsado para trabajar con el sector rural empobrecido. El PSA impulsó y promovió prácticas organizativas y formas de trabajo territorial (heredadas del trabajo que realizaron las ONG) y que fueron cuestionadas por diversos actores en territorio (técnicos estatales, funcionarios, ONG, dirigentes) por pensar que entraban en contradicción con las formas de organización de los campesinos. De la misma manera, el PSA proveyó distintos espacios de participación que fueron utilizados por los dirigentes tanto para demandar sus inquietudes y visiones contrapuestas del programa como para buscar reconocimiento frente al Estado. No obstante, varios dirigentes campesinos sentían que el PSA “les cerró las puertas” y que su continuidad en los espacios participativos del programa fue condicionada a cambio de su obediencia y su no cuestionamiento de las reglas operativas del mismo.

Otro gran reto de la investigación fue combinar la perspectiva histórica y las trayectorias de los actores con la coyuntura actual de la Secretaria de Agricultura Familiar. Para ello, fue preciso seguir a los protagonistas de mi investigación por los diferentes espacios donde circulaban, observando el juego político a nivel multiescalar (local, provincial y nacional). Estos desafíos que los dirigentes campesinos y los  funcionarios me narraban sobre el PSA en entrevistas y conversaciones fueron captados en diferentes reuniones, en las que observé cómo los dirigentes seguían reclamando lo mismo que hace dos décadas: inversión para el sector, unificación de programas, reconocimiento de sus organizaciones y atención a las múltiples problemáticas del territorio (desalojos de tierras, falta de agua, problemas de inundaciones, recursos para la emergencia agropecuaria, impunidad antes los crímenes que cometen las corporaciones agrícolas, adecuación de la normativa sanitaria al pequeño productor para que tenga posibilidad de comercializar su producción, etc.).

Los dirigentes me hicieron ver que existía una brecha entre el “discurso nacional y popular” de los funcionarios, que enfatizaba los derechos conquistados en la década ganada, y la realidad de las comunidades rurales más pobres del país. Los mismos técnicos y funcionarios reconocían esta brecha cuando asumían que faltaba extender los derechos hacia la población rural y cuando admitían que no era prioridad del Estado nacional atender a la agricultura familiar. Es decir, los agentes estatales, que  con mucho esfuerzo trabajaban en los programas de Agricultura familiar, sabían que el grueso del presupuesto del ministerio de Agricultura estaba destinado a las grandes entidades y corporaciones agrícolas.

Si bien los funcionarios, dirigentes campesinos y técnicos con los que trabajé en mi investigación coinciden en promover la agricultura familiar y la soberanía alimentaria en el país, difieren en cómo hacerlo y desde dónde. Es así que se produce una disputa en torno al diagnóstico de las problemáticas rurales (qué problemas deben ser visibilizados); el espacio desde donde se debe accionar para resolverlos (movimientos sociales, programas del estado, entidades gremiales); el tipo de proyectos que deben priorizarse y el rol que deben jugar las organizaciones.

La tesis muestra al Estado y las organizaciones como arenas en disputa, en las que no existen consensos en torno a lineamientos y programas a seguir. Los mismos funcionarios compartieron que había diferentes concepciones sobre la agricultura familiar y la manera en que se debería organizar el sector, así como las políticas prioritarias a seguir. Para algunos, la agricultura familiar debería abarcar sectores de productores medianamente capitalizados e incluso con capacidad de exportación. Para otros, debería enfocarse en los sujetos rurales pobres y marginados. Así, la tesis muestra la existencia un vínculo entre la trayectoria del funcionario y las políticas propuestas. Su historia de vida y sus vínculos previos incidían en la manera que conformaba sus equipos de gestión y el tipo de políticas que buscaba impulsar. De la misma manera, se señala cómo la administración pública puede ser considerada como un territorio donde los funcionarios que entraban a la gestión necesitaban ganar adeptos para legitimar y promocionar sus políticas y cómo muchas veces éstas podían ser boicoteadas por sus subordinados. En efecto, la investigación describe diversas reuniones donde los técnicos de terreno en Chaco criticaban los lineamientos de la SAF y cuestionaban las órdenes de sus superiores. Pude observar que lo que los funcionarios planteaban como algo sencillo en las reuniones nacionales (la participación del sector) se iba tornando más complejo a medida que me iba adentrando en territorio. Así, planear una reunión entre dirigentes campesinos no sólo representaba un desafío logístico y material para los técnicos (contar con camionetas y recorrer el territorio), sino también político: lograr convencer a los técnicos (que no pertenecían al mismo espacio político del funcionario) que colaboraran, y a su vez lograr reunir en el mismo espacio físico a dirigentes campesinos enfrentados por pertenecer a organizaciones de segundo grado (que tenían diferentes grados de vinculación con actores estatales de la SAF y de la provincia). No es coincidencia que los actores condicionaran su participación a quién convocara (me refiero no sólo a la persona o grupo de personas sino a su filiación política, ideológica, etc.) y al tipo de vínculos y compromisos que se hayan establecido con la misma. El poder de formar y hacer los grupos es, entonces, un capital simbólico y político importantísimo que aparece a lo largo de la tesis.

Otro gran desafío que viven los agentes en el territorio es desempeñar un papel como mediadores entre personas de diferentes mundos de vida. Así, tanto técnicos como dirigentes deben explicar a la población del territorio los compromisos que implican los programas y proyectos del Estado y deben saber convencerlos para que participen, aun cuando muchas veces saben que esos proyectos no se adecuan a la realidad y las necesidades inmediatas de los pobladores. Frente a estas ambigüedades y dilemas, tanto técnicos como dirigentes optan por resignificar los proyectos a la realidad territorial, esto quiere decir que aprovechan los recursos de los proyectos y las instancias que generan (reuniones, capacitaciones, viajes) para tratar otras temáticas que son importantes para el territorio, lograr informarse sobre la política local y buscar discutir y reflexionar temas y problemáticas que exceden a las particularidades del proyecto (luchas y conflictos de tierras; abuso de autoridades locales, etc.).

Par terminar, una de las contribuciones de la tesis radica en cuestionar las contradicciones y dicotomías inherentes a varios trabajos de investigación (sobre movimientos sociales y formas de resistencia) en los que, por lo general, se presenta a los actores sociales como fuerzas contrarias a la dinámica estatal que plantean soluciones por fuera del sistema político e institucional.

Las categorías surgidas de los datos de campo contribuyen a explicitar y definir los diferentes niveles y tipos de prácticas organizativas y formas de trabajo territorial, en las cuales no solo intervienen dirigentes de organizaciones y sus integrantes, sino también técnicos y funcionarios, lo que permite ver que estos actores no siempre están en relación de oposición o confrontación, sino que tienen un vínculo de naturaleza interdependiente.