La Iglesia Católica y los gobiernos militares en la Argentina y en Chile en los setenta / Mirko Giancola

Los años sesenta y setenta fueron un período crucial en la historia de la Iglesia Católica. El orden bipolar ya no resultaba eficaz para controlar los procesos contestatarios iniciados en diversas partes del globo: de la descolonización a las protestas estudiantiles, de la revolución sexual hasta los movimientos guerrilleros. Estos procesos ponían en cuestión los fundamentos mismos del mundo contemporáneo, ya sean morales, políticos o económicos. La ciudad celeste donde la Iglesia Católica se erigía en jueza del mundo comenzó a ser abandonada por aquellos que sentían la necesidad de una presencia más activa en el ámbito terrenal. Un aggiornamiento de la Iglesia y de su doctrina parecía inevitable, mientras nuevas experiencias pastorales en Europa y en América Latina buscaban otra manera de concretizar su compromiso cristiano. El Concilio Vaticano II sirvió para afirmar la legitimidad de estas experiencias más allá de las intenciones de las mismas autoridades que lo impulsaron. En América Latina, la Iglesia Católica, en casi todas partes anclada en el orden tradicional, sufrió aún más las repercusiones del proceso de innovación interna, sobre todo cuando esta crisis encontró un reflejo en el orden político, social y económico. Este es el caso, por ejemplo, de la Argentina en las postrimerías de la década peronista, /atravesada por una profunda inestabilidad política y social y por el endémico -/protagonismo político de las Fuerzas Armadas. Es también el caso de Chile, en el cual el dominio tradicional de las élites ya no era capaz de responder a la fuerte demanda de justicia social, reclamada por las nuevas fuerzas políticas que en este período lograron imponerse sobre las viejas élites conservadoras. A los vientos de revolución que soplaban en todo el continente, pronto se opuso un viento de reacción por parte de los que veían en el proceso de cambio una gran amenaza para el orden tradicional. En la mayor parte de los países del Cono Sur fueron las Fuerzas Armadas las que se encargaron de resguardar al “Occidente cristiano” frente a la supuesta amenaza comunista, mediante el establecimiento de regímenes militares. Dentro de sociedades profundamente católicas, como lo son las de Argentina y de Chile, el papel de la Iglesia en estos fenómenos fue esencial. El rol diferencial que ésta ocupo históricamente en cada caso, condicionó el arco de opciones de acción disponibles para posicionarse frente a las políticas de los respectivos regímenes.

En Argentina, la implosión violenta del peronismo sólo podía conducir a profundizar las fracturas existentes en la sociedad y en la Iglesia nacional. En un país donde el catolicismo era la base de la identidad nacional, los límites entre la guerra intra-eclesial y la guerra civil se hicieron cada vez más delgados, especialmente desde que los militares se posicionaron como teólogos de la nacionalidad, en virtud del papel de guardianes de la “Nación Católica” que la Iglesia les había otorgado. La acusación que recae sobre las autoridades de la Iglesia en la Argentina refiere al hecho de no haber denunciado las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por los militares y de haber proporcionado una fuente de legitimidad fundamental para un régimen que hizo un uso continuo del mito de la nación católica como proyecto político-ideológico.

En Chile, aunque en un principio la actitud del episcopado frente a la Junta Militar se mostró cauta y prudente, las relaciones se volvieron gradualmente más tensas cuando el régimen buscó institucionalizarse. Las divergencias se profundizaron entre 1977 y 1980, cuando la Iglesia se constituyó como un actor político que representaba a la oposición (la voz de los sin voz) denunciando los abusos de la represión y criticando su política económica, así como su doctrina y su proyecto de institucionalización. Al mismo tiempo, la Iglesia impulsó la reconstrucción democrática, fundada en el consenso nacional y con este objetivo promovió una rearticulación de un tejido social profundamente afectado por la dictadura.

Analizar las razones de la divergencia entre la acción política de la Jerarquía Episcopal Argentina y del Episcopado chileno no es una tarea fácil, ya que hay varios aspectos a tener en cuenta tanto en el plano de la sociedad civil, como en el de la comunidad eclesiástica. En relación con ello, cabe mencionar las diferencias que se presentan en uno y otro caso respecto a las siguientes cuestiones:

• Modelo de secularización y de acción pública en la sociedad

• Configuración de las organizaciones laicas

• Papel político de la jerarquía eclesiástica dentro de la arquitectura del Estado y sobre todo dentro del universo de la identidad nacional

• Estructura del sistema de partidos

• Relación con las Fuerzas Armadas

• Efectos de las directivas del Vaticano, mediados por la acción de los nuncios

La acción combinada de todos estos factores hace que ante el desencadenamiento de la represión por parte de los respectivos regímenes militares, los obispos tengan una diferente gama de opciones político-estratégicas. En la Argentina, frente a una profunda división dentro del mundo católico, el imperativo de la unidad interior contribuyó a disuadir la posibilidad de una denuncia pública de los abusos del régimen. Luego, esa denuncia fue inhibida por la existencia de algún tipo de afinidad con los militares, con quienes la Iglesia compartía un ideal de nación construida durante décadas. En resumen, para la Iglesia Argentina, pilar de la Nación junto con las Fuerzas Armadas, la condena pública del régimen significaba un replanteamiento total de su historia y de su papel en la sociedad.

En el caso chileno, las preocupaciones institucionales no estuvieron ausentes y también es posible observar en los primeros tiempos el intento de resolver los problemas a través de negociaciones privadas. Sin embargo, la denuncia pública de los abusos no sólo resultó posible para una Iglesia que había construido su presencia en la sociedad sobre la base de valores completamente diferentes deaquellos promovidos por las Fuerzas Armadas. El enfrentamiento se volvió inevitable, cuando los ataques se dirigieron hacia miembros de la misma Iglesia (una Iglesia que, a diferencia de la argentina, no tenía una fractura tan marcada en su interior). Finalmente, esa actitud se volvió útil y conveniente incluso desde una perspectiva de crecimiento institucional cuando, reactivando una dinámica de solidaridad política dentro del tejido que el régimen había tratado de desentrañar, la Iglesia pudo atacar el régimen y dirigir su acción hacia la sociedad civil, ganando consenso y prestigio.

 

Como parte de su investigación de doctorado intitulada “La Cruz y la Espada. Relaciones entre la Iglesia Católicas y los regímenes militares en Argentina y Chile”, Mirko Giancola realizó una estadía de intercambio durante los meses de julio, agosto y septiembre en el marco del Programa Sociedad, Cultura y Religión del Centro de Estudios e investigaciones laborales del CEIL.

Para citar este artículo: CEIL, "La Iglesia Católica y los gobiernos militares en la Argentina y en Chile en los setenta / Mirko Giancola", 9 septiembre, 2014, URL:http://www.ceil-conicet.gov.ar/2014/09/la-iglesia-catolica-y-los-gobiernos-militares-en-la-argentina-y-en-chile-en-los-setenta/. Consultado: 29 marzo, 2024