Formas de hacer política en la constitución y fragmentación de una organización popular

Matías Berger

Introducción

Aunque a veces no se note, los agrupamientos humanos, al igual que la Nación para Renan, constituyen un plebiscito cotidiano. En muchos casos la familiaridad de los nombres que los designan genera una ilusión de permanencia inalterable, de coherencia, homogeneidad o consenso. Es probable que cuanto más sólida sea la ilusión, más perdurables sean sus efectos; pero ello es tan probable como que al posar nuestra mirada sobre esos efectos veamos las disputas por la producción de sentido.

Este breve artículo trabaja a partir de una pregunta: ¿por qué luego de un primer momento de articulación entre personas y demandas diversas del cual emergió el Movimiento Campesino de Formosa (MoCaFor), se produjo su fragmentación en diferentes grupos?

Condensa varios años de indagación sobre la producción de vínculos y la participación política observada a través del MoCaFor, una organización fundada en febrero de 1999. La inquietud inicial de la investigación estuvo siempre centrada en comprender las “formas de hacer política” indagando para ello en las representaciones sobre la política y las prácticas de los agentes[1].

Se habla aquí de la política entendiendo que constituye un “dominio particular”, con su propio grado de autonomía y especificidad, pero que para ser comprendido no debe ser aislado, estudiando exclusivamente su “institucionalidad” (el gobierno, las dependencias estatales, los partidos, las corporaciones, las organizaciones, etc.). Desde la perspectiva adoptada, la política debe ser estudiada y comprendida a partir de su entrelazamiento con otras esferas de sentido (Palmeira, 1992 y 2003; Heredia, 1996; Balbi y Rosato, 2003; Heredia y Palmeira, 2005; Kuschnir, 2005; Borges, 2009).

A ello hace referencia directa la pregunta a partir de la cual propongo trabajar. Propone considerar la diversidad de personas y sentidos vinculados a la participación y creación de una “organización” de carácter gremial y político, el MoCaFor, que se constituye como un movimiento político y social que demanda la resolución de problemas sociales y económicos de los habitantes del campo como producto de la confluencia de agentes de instituciones religiosas, de programas de promoción social del sector público, de ONG’s y de dirigentes sindicales.

De la unidad de lo diverso a la fragmentación

En el transcurso de la investigación surgieron interrogantes que de algún modo resume el mencionado más arriba, que además se convierte así en el más relevante. Esta pregunta fue apareciendo al registrar relatos sobre el origen que fueron mostrando “las grietas” del objeto, permitiendo observar su correlato con la fragmentación del presente. Y fue entonces cuando la indagación sobre la política cobró más sentido; al haber piezas, hubo rompecabezas.

Como ya he dicho, en el origen del MoCaFor se observa un proceso de articulación de demandas, la operación de lo que Laclau y Mouffe (2004) llaman “lógica de la equivalencia”. Pero a poco de empezar a andar, casi como una marca de origen, se produce una dispersión o fragmentación de esa unidad apenas constituida. Esa fragmentación toma la forma de sendas “rupturas” con los representantes locales de la iglesia católica, con el Programa Social Agropecuario (PSA), con ATE Formosa, con la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) y con el Foro Nacional de la Agricultura Familiar (FoNAF).

Las personas que participan en la constitución del MoCaFor y las que se van integrando al movimiento con el transcurso de los años lo hacen con diferentes demandas, intereses y expectativas. Había quienes buscaban asistencia para resolver problemas productivos y de comercialización de los productos agrícolas, quienes demandaban por mejores servicios sanitarios y educativos o protestaban ante incumplimientos o irregularidades en su prestación, quienes pretendían lograr la participación política de sectores vulnerables en la formulación de políticas públicas, quienes querían una transformación social, aquellos que se acercaban porque no tenían trabajo, aquellos a los que la producción en sus predios no les alcanzaba para vivir, quienes protestaban porque las instituciones públicas no los asistían para resolver sus problemas, quienes querían recibir planes sociales, quienes protestaban porque los aviones fumigaban sus viviendas y sus chacras, etc. Es decir, variadas motivaciones. Por otra parte, sus adscripciones y afinidades eran diversas también: los había católicos, evangelistas, no creyentes, peronistas, radicales, de izquierda, apolíticos, desconfiados, los que no creían en los políticos, a los que no les interesaba la política, los que habían participado en alguna organización y/o partido y los que no, los que tenían amigos o parientes metidos en política y los que trabajaban para políticos.

Esta diversidad, negociada y articulada inicialmente, generó “desencuentros y rupturas” que llevaron a la escisión en diferentes grupos y al fortalecimiento de adscripciones y experiencias previas o nuevas, según el caso. En el caso de los representantes locales de la iglesia católica, la distancia se fundamentó en las diferentes apreciaciones sobre el proyecto que se proponía y las circunstancias y los tiempos apropiados. Los sacerdotes de la parroquia local fueron inicialmente impulsores y animadores de la “organización”, pues veían necesidades y demandas legítimas. Sin embargo, al momento de constituirse como organización entendían que debía privilegiarse la acción sobre cuestiones sociales y económicas y dejar “para más adelante” la intervención en política. Por otro lado, ya constituido el MoCaFor, lo asimilaban al “modelo sindical de Buenos Aires”, que desde su punto de vista era centralizado en su toma de decisiones. Hacia el año 99 cambian las autoridades eclesiásticas locales y a estas diferencias, más allá de las cuales los sacerdotes expresaban simpatía con la organización pero sin la misma intensidad previa en el acompañamiento (que databa de fines de los ’80), se les suma una distancia ya definitiva justificada en el desacuerdo del nuevo párroco con las formas de protesta que el MoCaFor impulsaba (cortes de ruta).

La ruptura con el PSA, ocurrida también alrededor de 1998-1999, se debió a una diferencia en torno a la forma de relacionamiento que proponía el programa, basada en el trabajo por proyectos y en el sistema de obligaciones recíprocas enunciadas en el “lenguaje de los proyectos”, forma que los técnicos veían como legítima tanto para mejorar los ingresos provenientes de la actividad agrícola como para mitigar la dependencia de lo que “pudiera dar el Estado” y de los vínculos políticos “clientelares” y así poder generar organizaciones “genuinas y representativas”. Los dirigentes del MoCaFor entendieron que esta era una limitación que el programa ponía a la participación política de las organizaciones y a las posibilidades de discutir las políticas públicas para el sector que, desde su punto de vista, contenían además un intento de limitar la “autonomía” de las organizaciones condicionando su participación en el programa a aceptar los límites marcados por “las posibilidades” del programa y el sistema de obligaciones recíprocas establecido por los “proyectos”.

La ruptura con ATE-CTA Formosa, menos disgregadora de la base campesina que los sismos anteriores, se debió a la derrota electoral del grupo al mando de la delegación local que contenía al MoCaFor, en manos de un grupo más propenso a la negociación con el gobierno provincial. La participación a nivel nacional continuó de todos modos en el marco de la Federación de Tierra y Vivienda, también parte de la CTA. La ruptura con la FTV se produciría a fines de 2004 luego de que los dirigentes del MoCaFor interpretaran que la FTV, corporizada en su principal referente, Luís D’Elía, no les brindó apoyo durante un extenso conflicto en julio de 2004 en el que demandaban una amplia política agraria al gobierno provincial. Los dirigentes del MoCaFor interpretaron que esa postura se debía al intento del mencionado dirigente de mostrarse como contenedor del conflicto y negociador ante el gobierno nacional, en pos de buscar su ascenso político. Más allá de la interpretación, un hecho igualmente relevante en esta situación fue que ello llevó a la escisión de dos grupos del MoCaFor, uno de la zona Belgrano-Tacaaglé y otro de Pirané, creando lo que actualmente se conoce como el MoCaFor-FTV. Esos grupos también conservaron el vínculo con el Foro Nacional de la Agricultura Familiar (FoNAF).

Reflexiones Finales

La diversidad inicial, expresada en una variedad de motivaciones, experiencias y adscripciones, constituía la trama de vínculos asociada al nombre MoCaFor, vínculos construidos por personas con distintas “modos de circular” por la organización y el espacio social en el que esta se movía (Ferraudi Curto, 2009), que atribuían sentidos muy variados a su participación, tan variados como sus expectativas, y que participaban a su vez en relaciones de obligación recíproca, generalmente asimétricas, reguladas por sistemas de derechos y merecimientos (Quirós, 2008; Woods, 2009) en el transcurso de las cuáles se producían “lenguajes particulares”, como los de los planes y los proyectos (Quirós, 2009),  diferentes formas de trabajar en política (Frederic, 2009), intercambios de bienes materiales y simbólicos en las que en muchos casos había un “mediador” entre la institucionalidad pública y otro tipo de instituciones y las personas (Cowan Ros, 2008 y 2011; Manzano, 2009) pero que muchas veces podía ser visto como un “dador” directo, es decir una relación diádica (Quirós, 2009).

A partir de esta interpretación, es posible sostener que la fragmentación del MoCaFor es producto de disputas por las formas y los sentidos de hacer política que expresan el contexto práctico de las diferentes experiencias que contenía. Disputas que sólo pueden ser comprendidas y cobran sentido cabal si comprendemos la diversidad presente en el origen que no logró ser articulada posteriormente. Para ello fue fundamental comprender los diferentes sentidos que atribuían a su hacer los dirigentes, participantes, sacerdotes, funcionarios, políticos y técnicos, pues esos sentidos atribuidos permitieron comprender el contexto de experiencia de sus prácticas, que implica la forma en que calificaban y concebían sus acciones y qué vinculo con la política les atribuían. Pues la política estaba presente en sus experiencias, de modo más o menos explícito, señalando el carácter contingente (sobredeterminado podemos decir siguiendo la lectura que hace Laclau de Althusser) de las prácticas de constitución colectiva.

 

Bibliografía

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Frederic, Sabina (2009) “Trabajo barrial, reconocimiento y desigualdad en Lomas de Zamora, 1990-2005”, en Grimson, Alejandro; Ferraudi Curto, M. Cecilia y Segura, Ramiro (comp.): La vida política en los barrios populares de Buenos Aires, Buenos Aires, Prometeo Libros.

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Woods, Marcela (2009) “Instituciones de la sociedad civil y dominación estatal: efectos de despolitización de la intervención social de la Iglesia Católica” en Grimberg, Mabel; Fernandez Alvarez, María Inés; Carvalho Rosa, Marcelo (comp.), Estado y movimientos sociales: estudios etnográficos en Argentina y Brasil. Buenos Aires, Editorial Antropofagia.

 

Notas

[1] Una primera etapa de la investigación se llevó adelante en el marco del Proyecto “Crisis y cambios en las formas de representación política y nuevas identidades en el campo argentino” (UBACyT 2004-2007 dirigido por Guillermo Neiman), cuyo producto fue mi tesis doctoral “Formas de interacción y participación política en el proceso de organización del MoCaFor” (2009). La segunda etapa se desarrolló en el marco del proyecto “Participación política campesina. Prácticas y representaciones de la política en el MoCaFor” entre junio de 2009 y noviembre de 2011 (PICT 257/07).

Para citar este artículo: CEIL, "Formas de hacer política en la constitución y fragmentación de una organización popular", 9 abril, 2013, URL:http://www.ceil-conicet.gov.ar/2013/04/formas-de-hacer-politica-en-la-constitucion-y-fragmentacion-de-una-organizacion-popular/. Consultado: 19 abril, 2024