«El no-empleo es más que la desocupación». Apuntes para explorar los riesgos del paro juvenil en España :: Esmeralda Ballesteros Doncel

En las últimas décadas, muchos jóvenes enfrentan una coyuntura de desempleo crónico. El diagnóstico estadístico sobre sus posibilidades de inserción en los mercados de trabajo de todo el mundo perfila un horizonte desolador. En comparación con los adultos, tienen de tres a cuatro veces más probabilidades de soportar paro. Además, para aquellos que acceden al empleo se imponen de forma generalizada condiciones de trabajo degradadas, al constatarse sucesivas discontinuidades en sus trayectorias laborales, merced a la expansión de la temporalidad y al endurecimiento de las condiciones de trabajo (OIT, 2004-2012).

Tras la crisis financiera de 2008, la juventud española sufre la tasa de desempleo más alta de la Unión Europea -superior al cincuenta por ciento-, su elevada y creciente magnitud junto a la idea de que este problema perdurará por tiempo prolongado, invita a pensar que nos hallamos ante un nuevo fenómeno. Pero ¿cuáles son las implicaciones últimas de este suceso?, ¿afectará a toda la categoría por igual?, ¿qué actores se verán más expuestos? ¿se modificará la secuencia de expectativas y comportamientos vitales? Valorar el alcance y la magnitud de daños que las múltiples crisis están provocando sobre las personas y el tejido social es una obligación ineludible para reclamar responsabilidades políticas e institucionales.

Aprovechando la vigencia de un Convenio de Colaboración académica, científica y cultural firmado entre la UCM [1] y el CONICET [2] (2007) se proyectó una exploración comparada -Argentina (2001)/España (2008)- para abordar posibles ‘convergencias-divergencias’ sobre los riesgos y daños, de alcance micro-social, causados tras las respectivas crisis económicas en el deterioro de la calidad de vida de la población juvenil [3].

Riesgos potenciales y daños inmateriales tras la crisis del empleo

La función integradora del trabajo no debe limitarse a su análisis en términos económicos, técnicos o productivos sino que debe apelar, también, a las dimensiones de espacio de desarrollo personal, cultural, social y simbólico. Desde hace tres años, se advierte un crecimiento exponencial de publicaciones de carácter macro-económico sobre balances, tiempos y previsiones de la crisis, evitando perforar sucesos obvios como el retraso de la edad de emancipación, la emergencia de los ‘des-emancipados’ o, la desafección escolar ante la difusa relación entre la formación y el empleo.

Necesidad de independencia versus dependencia forzada

La edad media para emanciparse en España se sitúa en 28,8 años. Un valor muy distanciado de las tendencias europeas –Finlandia 22,5; Francia 23,6; Reino Unido 24,1; Alemania 24,5-en parte, porque en el caso español, la salida de hogar se hace coincidir con la vida en pareja y la llegada de la descendencia (Moreno Mínguez, 2012). Además, tras la crisis, esta situación se está viendo agravada por la reincorporación a las unidades de convivencia de los jóvenes ‘desemancipados’, como aquellas personas que tienen que volver al hogar familiar porque la pérdida del empleo les impide gestionar económicamente su conquistada independencia. Una dependencia forzada y prolongada en la residencia de los progenitores implica un desequilibrio de las expectativas de todos los miembros. Si bien, la familia en España es una unidad generadora de potentes vínculos de solidaridad, no por ello es un utópico paraíso sin disensos. La primera hipótesis que se plantea es que las relaciones intrafamiliares se estarían viendo expuestas a la tensión, la confrontación y, en el peor de los casos, el conflicto (AEDGSS, 2012: 19-20).

Ruptura de lo previsible: sobre la difusa relación entre educación y empleo

En todo el mundo las nuevas generaciones poseen más preparación académica que la de sus predecesores y, paradójicamente, las posibilidades de inserción en los mercados de trabajo son cada vez más escasas. El aumento de las credenciales educativas sólo adquiere valor cuando se intercambian en el mercado de trabajo. La cualificación avalada por títulos académicos y profesionales no garantiza el empleo, ni su calidad. Es una condición necesaria pero no suficiente para la inserción. De hecho, el crecimiento de la población altamente cualificada no hace sino aumentar el nivel de exigencia para cada profesión. El auge en la contratación de titulados proviene de que son muy numerosos y no de las exigencias intrínsecas de las ocupaciones (Castel, 1995: 408-409; García et al, 2006: 78-79). A pesar de ello, los economistas y los gestores del Estado vislumbran en la educación un agregado abstracto pleno de bondades y no reconocen su naturaleza social atravesada por la clase, el género, la etnia y la edad. El riesgo más elocuente es la penetración de una ideología individualista y meritocrática que traslada a las personas la responsabilidad de su destino laboral, al legitimar de forma acrítica la relación directa entre educación y empleo, sustrayendo los condicionantes estructurales y coyunturales que intervienen en ese proceso.

La desarticulación entre la educación y la empleabilidad proyecta una desorientación que conduce a un inevitable desánimo. Desde diversos ámbitos de las ciencias sociales hay consenso en admitir una correlación positiva entre el aumento de las tasas de paro y ciertos desequilibrios en la salud física y mental. Marie Jahoda (1982) señaló hace tres décadas que el empleo cumple no sólo una función sustentadora, sino que impone una estructura del tiempo; favorece una regularidad en compartir experiencias con personas distintas a las de la unidad de convivencia familiar; vincula al individuo hacia la realización de objetivos que rebasan el propio «yo»; proporciona un status social y clarifica la identidad personal. Parafraseando a Castel (1995: 390) el no-empleo es más que la desocupación, en tanto que induce a una desestabilización de variable intensidad de las relaciones sociales que potencia aislamiento y exclusión social.

La migración exterior una salida selectiva

En los tres últimos años, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha confirmado el aumento de la migración exterior, según los resultados de explotación del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE). Pero estas cifras ‘en bruto’ quedan bastante matizadas si se tiene en cuenta y se aísla el efecto tanto de inmigrantes nacionalizados que retornan a sus países de origen como el incremento que provoca la adquisición de nacionalidad española favorecido por la Ley 52/2007 de Memoria Histórica. González Enríquez (2012) ha evaluado las cifras controlando el componente origen de nacimiento coligiendo una interpretación más matizada. En términos absolutos, es cierto que se ha producido un incremento de españoles residiendo en el extranjero. Por ejemplo, entre 2009 y 2010 la variación fue de 231.087 personas, pero si se considera solo a aquellos nacidos en España, esa cifra se reduce hasta 7.372 personas. Por tanto, en perspectiva comparada los datos estadísticos sobre la nueva migración española están muy lejos de alcanzar la magnitud de los flujos de épocas precedentes. Este resultado relativiza la reciente alarma social sobre el ‘éxodo de jóvenes’. Sin embargo, la hipótesis de investigación que se contempla es que esta estrategia no es una opción para todos, sino para aquellos con mayor capital académico-profesional que avalen, además, dominio de competencias lingüísticas. Habrá que esperar a los resultados del Censo de Población de 2011 para despejar la hipótesis.

Suicidio ¿tragedia o coraje?

La muerte autoinfringida se convierte marginalmente en una reacción ante situaciones de desconcierto, perturbación y desintegración. En términos agregados, en España las cifras de suicidio no se han modificado tras la crisis de 2008. No obstante y siguiendo las conclusiones y hallazgos de la epidemiologia, es previsible un aumento de las tasas entre los sectores más vulnerables de la población (Stuckler et. al., 2009 y 2010). Hace unos años y para el caso francés, Baudelot y Establet (2006: 135-162) señalaron la inversión de tendencias del suicidio por edades. Comprobaron empíricamente el descenso de las tasas en personas mayores y su aumento entre la población juvenil, desanimada por una desestabilización de patrones previsibles -retraso en la inserción laboral, la prolongación de la vida activa y el endurecimiento de los períodos de cotización para causar derecho a una prestación por desempleo o a una pensión-.

La crisis nos ha subsumido en un ‘estado de guerra’

El actual modelo económico de desarrollo es un potente generador de pobreza, miseria, enfermedad y muerte, por lo que los profesionales de las ciencias sociales estamos ante diversos desafíos. En primer lugar, necesitamos reflexionar seriamente sobre el concepto de ‘delito económico’ lo que exige acometer diagnósticos sobre la vulneración y ataque a los ‘bienes jurídicos fundamentales’ –por ejemplo, la salud-. En segundo lugar, para acabar con la impunidad en la que se atrincheran gobiernos, grupos políticos e instituciones financieras debemos señalar a los ejecutores de las decisiones políticas que refuerzan el aumento de la desigualdad. La economista Shoshana Zuboff sostiene que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra ‘la banalidad del mal’ y el ‘narcisismo institucionalizado’ en nuestras sociedades. Culpar solo al sistema no es aceptable , argumentaba, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron .

El desarrollo de mi estancia en el CEIL ha enriquecido mi formación al permitirme una revisión pausada de literatura sociológica con la que estaba poco familiarizada, así como una lectura serena de textos, que el trabajo docente tantas veces limita. Los diálogos informales con el personal investigador me han suscitado nuevos interrogantes, impulsando ese vértigo de apasionamiento por ‘el oficio’, en ocasiones lastrado por las exigencias de obtuso academicismo. Finalmente, debo manifestar mi deuda con el seminario de metodologías cualitativas , coordinado por Irene Vasilachis, que tuvo la amabilidad de acoger con entusiasmo mi inmadura presentación: «La imagen como ‘dato’ en las ciencias sociales. Un ejemplo de investigación en el ámbito de la cultura». Estoy convencida de que las observaciones y sugerencias realizadas me permitirán elaborar en el futuro una propuesta más sólida.

 

Recursos de información

AEDGSS (2012): Informe sobre el estado social de la nación. Rescatando a personas y familias , Madrid, ed. Asociación Estatal de Directores y Gerentes de Servicios Sociales.

BAUDELOT, Christian y ESTABLET, Roger (2006): Suicide. L’envers de notre monde , París, Seuil.

CASTEL, Robert (1995): La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado , Buenos Aires, Paidós, 1997,

GARCÍA, Maribel; MERINO, Rafael y CASAL, Joaquim (2006): ‘Transiciones de la escuela al trabajo tras la finalización de la enseñanza secundaria obligatoria, Sociología del Trabajo , núm. 56, pp. 75-100.

GONZÁLEZ ENRÍQUEZ, Carmen (2012): La emigración desde España, una migración de retorno , Real Instituto El Cano ARI 4/2012 – 17/01/2012 .

ILO (2012):   Global Employment Trends for Youth, Ginebra, mayo de 2012.

JAHODA, Marie (1982): Empleo y desempleo, un análisis socio-psicológico , Madrid, Morata, 1987.

MORENO MINGUEZ, Almudena (coord.) (2012): La transición de los jóvenes a la vida adulta. Crisis económica y emancipación tardía , Barcelona, Obra social Fundación La Caixa, Colección de Estudios Sociales, núm. 34.

STUCKLER, David; BASU, Sanjay; SUHRCKE, Marc; COUTTS, Adam y McKEE, Martin (2009): “The public health impact of economic crises and alternative policy responses in Europe: An empirical analysis”, The Lancet , vol. 374, pp. 315-323.

STUCKLER, David; BASU, Sanjay y McKEE, Martin (2010): “Budget crises, health, and social welfare programmes”, BMJ, núm. 340. [http://www.bmj.com/cgi/content/full/340/jun24_1/c3311]

ZUBOFF, Shoshana (2009): “Wall Street’s economic crimes against humanity”, Businessweek (20/03/2009), http://www.businessweek.com/managing/content/mar2009/ca20090319_591214.htm.

Notas

1. A iniciativa del director del Grupo de Investigación Charles Babbage en Ciencias Sociales del Trabajo : Dr. Juan José Castillo Alonso.

2. Acogida y gestionada por el equipo directivo del Centro de Estudios Laborales CEIL –CONICET.

3. Quiero expresar mi profundo agradecimiento a Guillermo Neiman y Andrea Del Bono por facilitar las gestiones para desarrollar con éxito este intercambio, así como al personal técnico y de administración su amabilidad para resolver mis eventuales ‘contratiempos’.

 

Para citar este artículo: CEIL, "«El no-empleo es más que la desocupación». Apuntes para explorar los riesgos del paro juvenil en España :: Esmeralda Ballesteros Doncel", 8 septiembre, 2012, URL:http://www.ceil-conicet.gov.ar/2012/09/el-no-empleo-es-mas-que-la-desocupacion-apuntes-para-explorar-los-riesgos-del-paro-juvenil-en-espana-esmeralda-ballesteros-doncel/. Consultado: 28 marzo, 2024